Nos encanta hablar o escuchar sobre locuras de amor. Esas propuestas de matrimonio muy osadas o viajes en los que una persona deja todo para ir en búsqueda de su “otra mitad”.
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Es común ver este concepto asociado a las películas de amor o a las comedias románticas: siempre uno de los protagonistas se da cuenta que en realidad ama a esa persona cuando el otro ya no está o cuando es prácticamente imposible que se vuelvan a encontrar.
Bueno, como son películas, claramente siempre se encuentran, o sino no sería entretenido para nosotros. Aunque quizás sería bueno empezar a cambiar esto y pensar en que no es necesario “enloquecer” para estar con la persona que quieres.
No debería ser correcto que una persona deje todo lo demás que tiene en su vida para comprobarle a su amado o amada que está dispuesto a todo por él o ella.
Seamos realistas; lo más probable es que si no te programas para ir a encontrarte con ese amor en el aeropuerto, no puedas hacer una entrada triunfal minutos antes de que despegue el avión.
Tampoco vas a lograr que por alguna razón cósmica o mágica, toda la gente que está en la calle comience a bailar haciendo un flashmob justo en el momento en que quieres decirle al otro que te diste cuenta de que lo amas.
¿Para qué enloquecer de amor, cuando puedes disfrutarlo de forma sana o cuerda? No necesitas perder la cabeza o tener amores tortuosos para validar tu capacidad de entrega a otros.
Tampoco tienes que decirle al otro que moverías montañas por él, sencillamente porque nunca podrás hacerlo. Es mejor ser realista, conservar la salud mental y aferrarse al amor propio cuando se está en una relación de pareja.