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Ser mamá, la obligación de todas las mujeres

La maternidad pasó de ser algo propio de la mujer a algo público, juzgado y debatido.

Cada vez que veo las entrevistas a famosas actrices, siempre se recurre a las preguntas sobre estilo, el diseñador de su vestido y lo más tedioso: ¿Cuándo vas a tener hijos? ¿La maternidad es algo pendiente en tu vida?

Cuando veo todas esas entrevistas siempre me cuestiono por qué se sigue pensando que la mujer no puede ser feliz sin tener hijos, porque yo no he visto a hombres famosos que se les cuestione su paternidad postergada, ni tampoco que se les pregunte si piensa tener hijos en una entrevista de trabajo.

La maternidad se ha transformado en una presión social, en una cruz que debemos llevar todas las mujeres y siempre debemos tener una respuesta a estos cuestionamientos, a la edad que sea. Ser madre adolescente es una situación mal vista por la sociedad y tener hijos a los 50 es sinónimo de ser irresponsable con la vida de ese menor de edad. Es decir, nadie queda satisfecho sobre tu decisión de tener, no poder o no tener hijos.

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Muchas mujeres -más que en algunas décadas anteriores- están optando por no tener hijos debido a que deciden priorizar sus carreras, quieren viajar o simplemente detestan a los niños ¡Cómo puede atreverse decir eso! ¡La maternidad siempre es una bendición!

Sí señores, decir a viva voz que no le gusta cambiar pañales o que no quiere lidiar con las responsabilidades que implica traer al mundo a un ser humano está al mismo nivel que un leproso. De inmediato se tilda a esas mujeres de egoístas, superficiales o que no piensan en el futuro del país. ¡Si ni siquiera son presidentes!

Recuerdo una vez que fui al dentista y me diagnosticaron periodontitis. El dentista que me atendió -de unos 50 años-me dijo que debía actuar rápidamente ya que esta enfermedad produce otros problemas de salud que pueden convertirse en graves: “Debe hacer el tratamiento si es que quiere tener hijos, porque no me venga a decir que no quiere porque este país necesita gente nueva”.

Aparte de decirle que no era un tema de su incumbencia mi maternidad y de cancelar por siempre las visitas con ese dentista, también esto refleja que decidir ser madre, más que un tema privado, pasó a ser un problema social donde todos pueden opinar sobre tu decisión.

Y además ¿Le tenía que responder “sí, quiero ser mamá” ya que según él, mi vida y los problemas de salud no valen la pena si no es de este modo? ¡Que se pudra!

Y si esto no es suficiente, también están las mujeres que tienen a su hijo y no quieren tener más. ¿Y para cuándo es el hermanito/a? ¡Pero se va a aburrir siendo hijo único!

Me acuerdo de una escena de la película “Sex & the City 2” donde Miranda y Charlotte deciden tomarse unos tragos para contar todas las verdades, las que avergüenzan y las que ni siquiera las dicen en público por el miedo al qué dirán.

“Ser sólo una mamá no es suficiente para mí. ¿Por qué nadie me dijo lo difícil que es tener un hijo? Si con ayuda me cuesta criar a mis hijas, ¿cómo lo hacen las mamás que están solas? ¡Salud por ellas!

No sólo les basta con cuestionarte sobre el hecho que no quieras tener hijos o que deciden sólo tener uno. También no puedes quejarte, ni decir que estás agotada por tu hijo o que deseas escapar e irte lejos de tu hijo cuando se comporta mal. ¿Cómo se puede quejar si los niños siempre son una bendición? ¡Nadie la obligó a tenerlos! o la peor, ¿no les gustó abrir las piernas? ¡Que se aguante!

Si eres madre debes agradecerlo, debes siempre mostrar una sonrisa aunque estés jodidamente cansada y no mostrar ninguna debilidad ante los hijos porque te hacen feliz y debes educarlos desde el ejemplo. Es lo que explotan los medios de comunicación y la sociedad que siempre encontrará motivos para criticar tu decisión, ya sea por el colegio que elegiste para tus hijos, por el medicamento que estás o no utilizando o si está muy consentido o no, mientras que al padre no se le cuestiona nada.

¿La solución? Lamentablemente no podemos cambiar a la sociedad, pero hay que hacer algo. Empecemos por alzar la voz, digamos las cosas que nos “revientan”, que un hijo también tiene un padre, que estamos cansadas que nos pregunten en una entrevista de trabajo si tenemos planes de ser madres y que estamos hartas que nos pregunten el porqué no queremos tener hijos o sólo uno.

Además, empecemos -madre y padre- a educar a los hijos a través de la igualdad de las responsabilidades, a regalar autos a las niñas y muñecas a los niños, a dejar que los niños hagan las labores del hogar y no cómo meros espectadores, a dejar de leer cuentos de princesas y empecemos a contar relatos de mujeres que han aportado a través de su profesión u oficio.

Los cambios no serán inmediatos pero sí será un gran paso para que la sociedad entienda que ser madre es una decisión de las mujeres. Por muy obvio que suene.

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