Lavar sus calzoncillos no es un gesto de amor

Un día estaba comprando algunas cosas en una tienda, y no pude evitar escuchar la conversación entre dos mujeres que estaban al lado mío. No es que haya querido, pero era imposible no oírlas, porque, al parecer, querían que todos supieran que estaban orgullosas de lo que decían.

No voy a hablar de su físico, de su tono de voz y de las joyas que usaban, porque eso no me interesa. Lo que realmente me llamó la atención fue el diálogo sobre sus maridos y los calzoncillos. Esto no lo estoy escribiendo para poner en ridículo a mis compañeras de género, más bien es un llamado de atención a que abramos los ojos de una vez por todas.

Una de ellas decía que estaba cansada de tener que recoger la ropa que su marido dejaba tirada en el suelo. Decía que perdía tiempo en la mañana haciéndolo y que eso le había traído problemas en el trabajo porque a veces se atrasaba. Y claro, él siempre llegaba a la hora.

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La otra decía que tenía “la suerte” de que su marido fuera ordenado, pero eso sí, no era muy bueno para lavar, entonces ella lavaba sus calzoncillos como un “gesto de amor”. Yo escuchaba todo esto, y me dolían las muelas.

Estas dos mujeres hablaban de sus maridos como si fueran niños o mascotas. Creían natural que “tuvieran” que ordenar o lavar las cosas de él y además, lo justificaban como un acto de amor. Un beso es un gesto de amor, un abrazo es un gesto de amor, estar ahí cuando las cosas se ponen difíciles es un gesto de amor.

Si tú y tu pareja llegan a un consenso y se organizan para lavar, es porque hay que hacerlo. Si hay un día en que tienes más tiempo y puedes aprovechar de avanzar, está bien, él también lo puede hacer. Pero lavar su ropa no es algo que valida el amor. No lo es.

Sí, es difícil cambiar el chip de las generaciones más adultas, porque por lo general, ellas fueron criadas en una época y en una sociedad machista. Si queremos terminar con ese tipo de cosas, las generaciones de mujeres más jóvenes tenemos que dejar de hacer/decir eso.