Los expertos en nutrición no se cansan de repetirlo: lo ideal es tener una dieta equilibrada, baja en grasas. ¿Qué hacen muchas personas? Comer alimentos altos en grasa saturada, frituras y azúcar. ¿El resultado? Las cifras en obesidad siguen creciendo.
Tanto así, que la Organización Mundial de la Salud advierte constantemente que las estadísticas de obesidad infantil aumentan cada año, algo que en realidad podríamos prevenir con una mayor conciencia de la alimentación y con ejercicio físico.
¿Cuáles son las consecuencias de esto en la vida cotidiana? Además de los riesgos obvios —colesterol elevado, hipertensión, riesgo de enfermedades al corazón— un nuevo estudio descubrió que mientras más grasa contenga nuestra dieta, mayores son las posibilidades de sentirse cansado y somnoliento durante el día.
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La investigación publicada en el diario de salud Nutrients, llevada a cabo por Yingting Cao, Gary Wittert, Anne W. Taylor, Robert Adams y Zumin Shi, de la Universidad de Adelaie, Australia, consideró los registros de alimentación de 1.800 hombres y los vinculó con sus hábitos de sueño.
Además, se incluyeron otros aspectos como alteraciones del ciclo de descanso, apnea del sueño y somnolencia durante el día, a pesar de haber descansado una cantidad de horas razonable por la noche.
Acerca de este último punto, y dejando de lado otros factores que alteran el sueño como el tabaquismo, el consumo de alcohol y los medicamentos, se descubrió que el 78% de los encuestados que comía alimentos altos en grasa habría reportado sentirse somnoliento durante el día.
Según los expertos, puede deberse a que al metabolizar la grasa, el cuerpo altera otras funciones, como la liberación de hormonas y el ritmo circadiano.
Así mismo, los encuestados que consumían más grasas tenían tres veces más riesgo de desarrollar apnea del sueño, y así sigue el peligroso círculo vicioso que produce la mala alimentación.