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Me bastó verla en la tribuna del partido de Chile frente a Honduras, para darme cuenta que la echaba de menos. Sólo ella, con su jersey blanco, bufanda roja, y cándida sonrisa, podía estar ahí, alentando una selección que siempre vio en ella una “supermamá”; brillando en territorio masculino como una diosa de la buena suerte; recordándonos que su mandato, hizo de Chile y del fútbol, un universo menos sexista, con hombres y mujeres que hoy se disputan de igual a igual la pelota.
Michelle no es una simple espectadora del fútbol. Llegó a Sudáfrica acompañada de su hija Francisca Dávalos, defensa del equipo femenino de la Universidad de Chile. Como si fuera poco, aloja en el mismo hotel que la selección, donde quién sabe lo que conversa con Bielsa a la hora del desayuno. La química y admiración entre ambos es conocida.
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“Creo que es atractivo, un tipo interesante. Esa combinación fatal para las mujeres entre guapo y misterioso”, comentó Michelle al programa Biografías del canal 13.
Rara cosa lo del carisma. Michelle en un lejano estadio de Sudáfrica se hizo más cercana que nuestro actual presidente despertando en una media agua de Dichato.