Actualidad

Locuras por amor: ¿Válidas o condenables?

El límite invisible entre lo romántico y la internación en un psiquiátrico

PUBLICIDAD

obj16242491644x3621280x157.jpg

Los últimos días y en pleno ambiente del Día de los Enamorados, he escuchado varias historias románticas que no han dejado del todo felices ni a los receptores ni a los involucrados indirectamente.

De hecho, en este mismo sitio supimos lo de la chica que detuvo un avión para que el novio no se fuera. Sin embargo, hoy me sorprendo con la historia de un tipo que para demostrarle a su novia lo muy en serio que la quiere, le llenó el auto de post-it con mensajes de amor.  ¿Resultado?  La chica perdió el examen al que iba, porque no pudo sacar los mensajes a tiempo.

Recomendados

Entonces, más que preguntarse si la gente está de patio o no, creo que hay que analizar el tipo de relaciones que establecen estas personas.  Yo siempre he dicho que los tongos y tangos una se los hace al que sabe que los aguanta y valora, sin importar el tamaño. Pero ojo, no me vengan las buenas para tirar piedras a que NUNCA han manipulado a la pareja para que hagan lo que quieran, porque no les creo.  Robar es robar. Aunque te robes un peso, una manzana o los fondos de CODELCO.  Bueno, manipular es lo mismo.

Los resultados hablan por sí mismos: el sujeto del avión no sólo no viajó, sino que dice que la ama y se casa con ella a fin de año.  La chica del auto lleno de papelitos sigue de novia con el tipo.

Hasta ahí, me da un poco lo mismo.  Pero, ¿qué pasa cuando la demostración de amor perjudica o involucra a más gente?  ¿Es válido “en nombre del amor”?  O sea, los amigos de tipo lo ayudaron por horas -bajo un frío polar- a pegar los papelitos uno por uno.  Seguro que si hacen algo en la calle la gente aplaude o se integra voluntariamente… y creo que el límite está en el mismo que daba Santo Tomás de Aquino para la libertad: “Mi libertad termina donde empieza la de los demás”.

Es algo a considerar cuando sucumban a la tentación gringa de celebrar el Día del Amor con serenatas a las 4 de la mañana o activar el freno del metro para hacer un estriptise en el túnel (no les estoy dando ideas, ya?!).   Recuerden considerar al resto del mundo que no siempre son, o pueden ser, tan comprensivos con los procesos ajenos.

Yo creo en la locura.  Creo en ella todos los días. Creo que “en ella radica la genialidad”.  Creo en locos como Kierkegaard, Copérnico, Kant y Newton.  Creo en locas como Simone de Beauvoir y Juana La Loca.

Creo en las locas de mis amigas con cada una de las locuras que hemos hecho juntas y por separado.  Creo en mi propia locura porque me hace resilente, me permite reír, vivir cada día una aventura, hacer gestos insólitos a quien quiero para regalarles un instante de felicidad,  confiar en el prójimo porque la raza humana es de confiar y disfrutar así de la vida.

Quizás, si mantenemos la locura controlada en la propia libertad, los mortales empezarán a querer un poco de ella y la pensarán dos veces antes de lapidarnos.

Tags


Lo Último