Tiempo para mi sola

Algunos de ustedes habrán leído mi anterior post sobre el amor a la distancia. Pues bien, ya lo estoy viviendo. Después de lamentarme y sentirme víctima de la situación, empecé a verle el lado positivo al asunto. Por fin, después de tanto tiempo, iba a tener más tiempo para hacer exclusivamente mis cosas.

Éste fue mi primer fin de semana sola. El viernes no salí y no me sentí patética por estar con luz apagada a las 11 de la noche, es más, me sentí bien porque realmente estaba cansada y cuántas veces uno sale para apañar y lo único que quiere es llegar a la cama a dormir. Mil veces.

¿Para qué necesito tanto tiempo? Para hacer nada. Nada significa ver tele, ponerme al día con mis series, leer los millones de blogs que leo, leer las revistas que tengo amontonadas hace demasiado tiempo, ordenar mi ropa, instalarme al sol mientras dure, hacerme un té con ridícula dedicación, andar con el pelo feo, con pantuflas, buzo y un polerón que deja poco y nada ver mi figura. Igual anoche salí pero que rico es irme a la hora que me plazca, sin estar poniendo caras de “¿me vas a dejar?”

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Necesito harto tiempo para organizar mi vida. Me he puesto un montón de actividades: oficina, gimnasio, psicóloga, pololo, amigos, familia, y yo quedo al último. Es cierto, hay cosas que hago por mí, como el gimnasio y la psicóloga, y todo el resto lo elijo yo porque quiero, porque me hace feliz, pero atesoro estos momentos en que puedo instalarme a escribir sin pensar que tengo que salir en un rato más, ni que tengo que ponerme más linda ni nada.

Además puedo proponerme metas que con pololo no podría, por ejemplo, comer súper súper sano, ir religiosamente al gimnasio, tener una maratón de Sex & the City, etc. Estar en una relación obligadamente significa dejar algunas cosas de lado, para hacer actividades compartidas, para hacer cosas choras para los dos. Reconozco que para muchos instalarse a ver tele es prácticamente una pérdida de tiempo, pero a mí me encanta, es parte de mis hobbies, y más me gusta hacerlo sola para ver esos programas que solo a mí me gustan por algún extraño motivo (por ejemplo, nadie nunca comprenderá porque me gusta tanto ABC Gourmet, pero me fascina).

En fin, dentro de todo, no es tan malo darse un tiempo para hacer lo que a uno le gusta, y ahora tengo este regalo de tener MUCHO TIEMPO para hacerlo. Quizás cuando todo vuelva a la normalidad ya no sentiré esa necesidad terrible de estar sola para echarme a mirar el techo, porque ya lo habré hecho por harto rato, y estaré lista para seguir adelante.