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Movilizaciones estudiantiles y ejercicio de ciudadanía

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Las manifestaciones de movimientos sociales son fundamentales en lo que llamamos en occidente “democracia”. La democracia se legitima por medio de un ciudadano empoderado, que participa en las decisiones y que es actor de la política institucional o no institucional.

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Los gobiernos de nuestro país -en esto no hay mucha diferencia entre Concertación y Alianza- suelen poner control a estas movilizaciones con el uso de fuerzas de orden, por un lado, y por otro, por medio de la des/legitimación de las demandas centrando la atención en las formas en que se produce la movilización.

Esto pasa constantemente con los estudiantes. Hoy tenemos en Santiago una cantidad importante de colegios en toma y esto se repite a lo largo del país. Las Universidades, incluso la PUCV, que generalmente está desmovilizada, está participando activamente en intentos de negociación que, hasta el momento, no han dado resultados concretos.

La pregunta acá es ¿hasta qué punto la ciudadanía se permite aceptar con ingenuidad la conveniente confusión entre demandas y métodos de movilización?

Por otro lado, si  es que no se producen estos “desórdenes” ¿sería posible poner en la agenda los planteamientos de las movilizaciones sociales?

En  muchos Estados, a nivel global, se está  generando una  metodología de acercamiento a la política que no obedece a las estructuras partidarias tradicionales. Chile no tendría por qué ser una excepción. Ante esto, atención.

Y en honor a la reflexión, mencionar que las principales demandas de los estudiantes secundarios son[1]:

  1. Estatización de la educación pública
  2. Gratuidad del pase escolar
  3. Mejora en la implementación de colegios técnico profesionales
  4. Aceleración de la reconstrucción post terremoto.

Es importantísimo que estos temas se socialicen, ya que el debate y la negociación permanente es una de las bases del ejercicio de una ciudadanía responsable.


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