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Insensatos, cómodos y tacaños

Javier Ramos en picada contra los automovilistas.

El domingo pasado invité a unos amigos a mi casa para que nos comiéramos un asado, aprovechando que se jugaban unos partidos de la Copa América y –lo más importante- acababa de comprarme una nueva parrilla.

Organizamos todo la noche antes. Qué traía cada uno, a qué hora nos juntábamos, mi dirección exacta (para los que iban por primera vez) e incluso cuánto duraría nuestro evento. Porque claro, conociendo a mis amigos, si uno no le pone una relativa hora de término al asunto se corre riesgo de terminar pasando veinticuatro horas al lado de la parrilla.

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Pero nada, a pesar de que yo estaba seguro que había cubierto todos los pendientes y posibles eventualidades a punta de correos electrónicos la tarde del sábado, el domingo en la mañana fui sorprendido por varios llamados telefónicos con la misma pregunta: ¿Hay lugar para estacionar en tu edificio?

Y la respuesta fue un rotundo NO. Tiene que buscar en la calle por un lugar. Así de simple.

La verdad no tengo mayor problema con decirles a mis amigos que deben estacionar en la calle. Ese no es el punto. Lo que de verdad me empelota es que todo en esta ciudad gire en torno al auto y –más encima- esto le rebote a quienes no tenemos uno.

Me explico, si uno hace una invitación a algún lugar, lo mínimo es que los automovilistas sepan cómo llegar y cómo se las arreglarán para estacionar. Y ni hablar de esos (varios amigos míos) que manejan un auto de varios –y digo varios- millones de pesos, pero se niegan a usar un estacionamiento pagado y prefieren arriesgarse a que les saquen un parte, dejando sus vehículos en cualquier lugar que encuentren.

Y otra cosa que me revienta de algunos automovilistas, es que usen el auto para todo. Y cuando digo todo, ES TODO. Es decir, que nunca dejen el auto, aunque sólo se muevan un par de cuadras.

Mucho se habla de que hay que mejorar el transporte público y hacer ciclo vías para desincentivar el uso del auto en Santiago. Y estamos de acuerdo. Pero, de verdad, si a algunos automovilistas no les cambia el chip, de verdad es que jamás se bajarán de sus autos.

Y no me vengan con que se preocupan por el medioambiente y ni se atrevan a quejarse por la contaminación. Porque desde arriba del auto no vale quejarse.

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