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Las armas las carga el diablo

Y las guarda en 1 de cada 9 hogares chilenos

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Imagínate, un día así por jugar y enumerar las casas por las que vas pasando al caminar, cuenta del uno al nueve.  Y ahí, en la nueve, puedes “supone” que hay, al menos, un arma.  ¡Qué miedo!

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El cálculo viene de la cifra que entregó la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN) Hay un total de 750.000 armas inscritas en manos de  465.000 civiles.  O sea, un promedio de 1,5 por persona. Si consideramos que en Chile hay aproximadamente  4.141.427 hogares, aplicamos matemática básica y nos da que en 1 de cada 9 hogares hay un arma.   Y peor, en 1 de cada 18 podrían haber dos.

Ni si quiera voy a entrar en cuestionar a cómo un tipo como el del metro tenía autorización para conservar dos pistolas, independiente del calibre.

Nunca me han gustado las armas.  El dicho popular ese es sabio, las carga el diablo porque nada bueno puede salir de alguien que tiene, porta, guarda o conserva un arma.

Si alguien tiene un arma, es porque tiene la intención de usarla.  En defensa propia o no, pero quien no sepa ni tenga el coraje de usarla, mejor llévala a su comisaría amiga más cercana.

Las armas tienen el único propósito de matar, con sus consecuentes derivados de herir, asustar, intimidar, etc etc.  Pero a la larga, quien dispara más bien dispare a matar, porque si no, tiene que prepararse a que el otro se la quite o vaya a saber una qué cosa peor puede pasar.

Para quienes no hay tenido el placer de leer “La guerra y la paz ciudadana”, les cuento que el cuento del lobo y las amas vienen de finales de los ’90.  Pero cada día más las encuestas ayudan a la gente a “creer” que una pistola es la solución.

¿Cuántos niños han perdido ojos, piernas o su vida jugando con armas?

¿Cuántas balas perdidas han matado inocentes transeúntes o peor, los dejan en sillas de ruedas?

¿Cuántos más necesitamos?

Estamos tan entusiasmados con el modelo estadounidense, su Halloween y comida chatarra que queremos también el daño colateral que tienen por la libertad de las armas.

¿Por qué no mejor imitar a los canadienses que aún tienen ciudades dónde no conocen el pestillo de las puertas de calle?  ¿O el modelo europeo donde se respeta el metro cuadrado sagradamente?

Las armas las carga el diablo.  Y mientras dejemos que las cargue, más gente inocente morirá.

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