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Historias de chicles

Todos tenemos nuestras propias anécdotas.

AUSPICIADO POR DENTYNE

Historias de chicles existen millones. Y es que la goma de mascar está junto a nosotros prácticamente toda la vida, por lo tanto es obvio que las anécdotas abundan.

Nadie puede decir que jamás se le ha pegado un chicle en el pantalón o el pelo. Una vez una amiga se quedó con un tremendo pelón en la cabeza por culpa de una de estas dulzuras. Me contó que cuando era niña se durmió a escondidas de sus papás sin botar el chicle que mascaba, al día siguiente despertó con la mitad de la cabeza llena de goma esparcida por el pelo. Además de tener que cortarle parte de su cabellera la retaron por porfiada.

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Pero una de las peores historias es la del chicle pegado en el pantalón o la falda. La verdad es que estas experiencias en su mayoría ocurren cuando eres niño debido a la falta de previsión o el despiste. Estando en el colegio, una vez me senté en un chicle pegado en una gradería, lo peor es que no traía puesto el delantal -que por cierto era obligación- entonces mi uniforme quedó todo manchado. Claramente recibí un reto de mi mamá, pero no todo es tan malo ya que descubrí como sacar la goma de la ropa.

Es bastante simple, solo debes poner un papel de diario sobre la zona manchada y pasar la plancha caliente sobre esta varias veces. Debes ir moviendo el papel a medida que vas sacando el chicle. De verdad funciona.

Todas estas historias ocurren cuando eres pequeño, pero más adulto las anécdotas son mucho más atractivas. Por ejemplo, les recomiendo llevar siempre uno en la cartera cuando salgas a bailar con tus amigas, hay que mantener un aliento fresco siempre incluso en una noche de fiesta. Además, quién sabe si conoces a alguien a quien quieras hablarle de cerca.

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