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México: De la Ley Seca y otros demonios que combatir este fin de semana

Mañana es el gran día que todos estamos esperando aunque sea por diferentes razones

Mañana se acaba, por fin, todo el espectáculo controversial que han sido estas elecciones presidenciales. Escándalos, documentos “apócrifos“, el cuchicuchi como moneda electoral, la Quadricombi, The Guardian, la compra de votos, la venta de ideales; los dimes y diretes.

Durante tres meses todas las etiquetas con las que uno carga cotidianamente (véase: geek, nerd, fresa, raro, reggaetonero, freak, burócrata, médico, encantador de perros o caballero jedi) pasan a segundo plano y de repente todos nos volvemos acarreados, zombis o antipáticos. Twitter y Facebook fungieron como muro virtual donde cada quien colaboró un poco para crear un gran grafitti, que al fin y al cabo, solo nos dejó más confundidos que al inicio.

Y si bien algunos aprovechamos este periodo para expresar cómo nos sentimos con respecto a la política, sus protagonistas y la situación general del país, lo que nos dejó en el mejor de los casos sin algunos followers y en el peor con amistades bastante golpeadas, también estuvo siempre latente ese sector de la población que contaba los días para que se acabara de una vez por todas todo el tema político y volviésemos a hablar de lo que es importante. O sea, el final de House, el divorcio de Katie Holmes y Tom Cruise, discutir cuáles son los mejores taquitos para desayunar un domingo por la mañana y ese tipo de cosas.

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Bien. El caso es que nadie se pudo poner de acuerdo nunca. Probablemente la gran mayoría de las personas sigue aferrada a votar por el candidato que eligió antes de que comenzara la campaña, a pesar de todo lo que ha sucedido y todo lo que han leído (o no han leído). La gente a la que no le interesa la política sigue mirando su reloj. Los que nos la tomamos muy en serio nos indignamos, nos llenamos de esperanza, nos volvemos a indignar, nos cansamos, nos rendimos, volvemos a tomar fuerzas y seguimos dispuestos a dar el siguiente paso. O no.

En lo que sí nos pudimos poner de acuerdo al fin fue en lo terrible que es la Ley Seca para la salud mental de los mexicanos. Nada más hizo falta que prohibieran vender alcohol dos días para que todos sintieran el deber cívico de ir comprar la mayor cantidad de alcohol que pudieran pagar para “pasar el fin de semana”. Y claro, antes de que se cayera Instagram, todos tuvieron que compartir su cargamento para estar en onda.

Y, honestamente, ¿cómo culparlos? Si normalmente el fin de semana es el gran alivio, el gran descanso, EL momento para relajarse y divertirse después de una exhaustiva semana laboral;  después de 3 intensos meses de bombardeo, discusiones, acoso mediático y manifestaciones, este fin de semana es crítico. Y, como dicen por ahí: “¿Se supone que tenemos que pasar por este doloroso proceso sin alcohol? Hemos votado sobrios y miren cómo nos ha ido”.

Ahora, fuera de toda broma, espero que todos los mexicanos que podemos votar el día de mañana, nos levantemos y ejerzamos este derecho que más bien es una obligación con nosotros mismos y con nuestro país. 

 

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