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¿Por qué es bueno salir del clóset?

Sabemos que habrá llanto, caos y destrucción y por eso huimos como se huye del apocalipsis zombi. Pero a la vuelta de los años, liberarse es una de las mejores cosas que te puede pasar.

Llegó octubre, el mes ideal para salir del clóset. El día 11 es el Coming Out Day y cualquier pretexto es bueno… No es cierto, no salimos del clóset con cualquier pretexto.

Sabemos que habrá llanto, caos y destrucción y por eso le huimos como se huye del apocalipsis zombi. Pero a la vuelta de los años, creo que salir del clóset es de las mejores cosas que le puede pasar a una lesbiana —y a gays, bisexuales y todos los T’s del LBGTTT— y les voy a decir porqué:

Salir del clóset es una catarsis. Hace poco una amiga salió del clóset con sus papás y le fue terrible. Después de contarme que le habían llamado abominación de la naturaleza y vergüenza de la familia; después de preocuparse por dónde va a vivir ahora; aún después de todo eso, cuando le pregunté cómo se sentía, me dijo: “Me quité un gran peso de encima”. Y eso no tiene precio.

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Salir del clóset te ayuda a perder el miedo. Tuve una novia tan closetera que salir a pasear con ella era como andar en una película de espías. Vivíamos en constante estrés porque siempre se topaba a familiares. Es desgastante tener que esconderse todo el tiempo, una se aburre de ver películas y de tener sexo desenfrenado —no, no es cierto—.

Si la gente ya sabe que eres más lesbiana que Rosie O’Donnell, puedes ser libre como el viento y peligrosa como el mar. Si sales del clóset, pierdes el miedo. Y perder el miedo es una de las mejores cosas que se pueden perder en la vida.

Salir del clóset se vuelve costumbre. La primera vez que sales del clóset es un drama de proporciones épicas: lloras como loca, tardas mil horas en escoger tus palabras, dices cosas entre mocos como “¿Me-vas-a-se-guir-que-rien-do?” y hablas de ti como si fueras la peor escoria del universo. La siguiente vez lloras un poco menos y empiezas a detectar ciertos patrones: la gente suele preguntar las mismas cosas y hacer más o menos el mismo tipo de reclamos. Entonces piensas más tus respuestas y te preparas mejor para la siguiente. Se vuelve tan costumbre salir del clóset, que luego hay gente que lo hace por ti.

Mis compañeras del trabajo siguen mi blog y la última vez que entró una chava nueva, le dijeron: “¿Ya conoces el blog de Chumina? ¿Tú qué tipo de lencha eres?” Por más que les expliqué que ellas no son lesbianas, no quisieron hacerme caso.

Salir del clóset te ayuda a normalizar tu preferencia sexual. Cuando le pierdes el miedo a salir del clóset, llega un momento en el que puedes hacerlo tan relajado y natural, como si fuera de lo más común. Dejar de actuar como si ser gay fuera malo, es una manera de afirmar tu orgullo. Esto es importante porque la gente se enorgullece de lo que es bueno.

Cuando dices que eres lesbiana con toda tranquilidad, por lo general los demás se muestrann gratamente sorprendidos y tienden a reaccionar positivamente. Una actitud relajada atrae una respuesta relajada.

Salir del clóset puede ser divertido. Cuando ya tienes una sospecha clara de que alguien sabe que eres gay o tienes la tranquilidad de que lo tomará bien, puedes hacer cosas divertidas para decirlo.

Para salir del clóset con una cuñada, le di con un paquete de tortillas de harina y le dije: “Ten, este es un regalo para darte la bienvenida oficial a mi vida gay”. Se rió y me abrazó. Me dijo que ya lo sabía desde hace tiempo, que sólo estaba esperando a que se lo dijera.

Salir del clóset te ayuda a conocer otras lesbianas. Una chava me dijo que lo mejor de salir del clóset es que se convirtió en trend topic en el baño de mujeres por un semestre y vaya que le ayudó a conseguir galanas. ¿Ven? Salir del clóset = mujeres. Si eso no es motivación yo no sé qué es.

Salir del clóset puede resultar mejor de lo que esperas. Conozco la historia de una chava que se armó de valor para decirle a su mamá que era lesbiana. Tenía tal temor de que aquello saliera mal que empacó sus cosas en una maleta y la dejó escondida bajo la cama. Se acercó a su mamá y le dijo: “Mamá, no espere que le dé nietos pronto porque soy lesbiana”. Cerró los ojos esperando una cachetada o un sermón, pero la señora se levantó y se fue a decirle a sus otras dos hijas que su hermana era lesbiana y que tenían que respetarla.

Salir del clóset te acerca a las personas que amas. Cuando platicas con la gente que no sabe que eres gay, tiendes a limitar los temas de conversación para no llevarlos a zonas peligrosas. Sin querer levantas un muro y los mantienes al margen. La última vez que terminé con una novia, mis hermanos estuvieron ahí para mí, me apapacharon, vieron películas conmigo, me llevaron a comer y me dieron el speech de hay -muchos-peces-en-el-agua-y-pronto-conocerás-a-alguien. ¿Tengo que explicar lo chido que es saber que tus hermanos son tus brothers del alma?

Salir del clóset te hace feliz. Cuando le dije a uno de mis hermanos que soy gay, me dijo algo que me dejó el ojo cuadrado: “Ahora entiendo porqué estabas tan amargada antes”. Una no se da cuenta, pero el proceso de salir del clóset te va cambiando. Poco a poco vas dejando atrás el conflicto, el miedo y la rabia de sentirte diferente, porque te das cuenta de que no lo eres. Hay muchas lesbianas ahí afuera y son así como tú. Te haces de amigas, te enamoras, te dan tus besos y te dan hasta para llevar. En una palabra: vives. Y cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que ahora tienes una paz y una tranquilidad que antes no conocías. ¿Qué mejor razón para salir del clóset que ser feliz?

Hay muchos factores qué considerar antes de salir del clóset, finalmente cada quien conoce a su gente y sabe si pisa en terreno seguro, en zona peligrosa o en área lagrimal. Pero si alguien me pregunta: sí, salir del clóset es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

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