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6 frases que jamás debes decirle a tu jefe

¿Crees que existen algunas frases prohibidas frente a tu jefe?

Si lo que quieres es conservar tu trabajo durante mucho tiempo, la clave es cumplir con los objetivos que se te ponen y ofrecer lo mejor de tí  (hasta un poquito más) Sin embargo hay frases que podemos pronunciar cuando estamos muy molestas y podrían acabar con el trabajo que hemos hecho con mucha dedicación durante años en tan solo unos segundo.

Antes que nada debes separar tu relación con el jefe , el o ella  puede ser tu amigo, pero esto sólo es  fuera de la oficina, por lo que las confiancitas no son las mismas dentro de la oficina. Como señala Darcy Lewis en un artículo publicado en Biomedical Instrumentation & Technology llamado Managing Upward: Maximizing Effectiveness with Your Boss, las pautas que se debe seguir en la relación con el superior son una comunicación clara (“entiende cómo y de qué manera quiere relacionarse su jefe contigo”), reconocer los méritos de los superiores (“la retroalimentación sincera siempre es bien recibida”), distinguir lo que es importante (“las prioridades de tu jefe son tus prioridades”) y saber cuándo es momento de callarse (“sé diplomático y evita las rencillas de largo plazo”).

Por eso piensa dos veces al decirle estas frases a tus jefes:

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“Es imposible”. Si se te exige llevar a cabo una determinada labor, por difícil que pueda parecer, debes demostrar ganas de afrontar los retos . Decir es imposible es una forma de decir que ni siquiera lo vas a intentar, o peor aún, que careces de las competencias necesarias para hacer tu trabajo.

“Tenía un mal día”. Las excusas para justificar una mala decisión o una equivocación, por injusto que pueda parecer, no le interesan a tu jefe, aunque sean de peso. Debes ser lo suficientemente inteligente para que tu día a día  no influya en tu rendimiento, con decir “lo siento, no volverá a ocurrir” no es suficiente.

“Estoy ocupado, pídeselo a otra persona”. La primera parte puede ser correcta, la segunda siempre está equivocada. Lo máximo que puedes hacer es decir que tienes tareas urgentes que llevar a cabo y que si quieres que se realice rápido quizá sea mejor liberarte de alguno de los dos trabajos. En definitiva, plantear de manera realista tu agenda y tus exigencias.

“Lo haré si me das dos días de vacaciones”. Pase lo que pase, y aunque los motivadores son necesarios,  tu salario es el pago que recibes a cambio de estar disponible para tu empresa y cumplir con tus objetivos.  Negociar unas ventajas que te  favorezcan podría ocasionar problemas con tus compañeros.

“Es culpa de mi compañero, no mía”. Por favor, somos adultos. Es preferible explicar la situación de manera fiel sin ponerte flores, ofrece soluciones concretas. Además, hablar mal de un compañero a sus espaldas es la muestra más clara de que nadie está a salvo de tus críticas.

“Puf”, “ash”, “híjole”  Hay varios momentos en los que un gesto inapropiado, una queja sutil o un suspiro no son especialmente los correctos, especialmente cuando te piden que hagas una pequeña corrección.  Es en ese momento en el que se espera una respuesta proactiva de tu parte, hacer una mueca o un signo de desinterés es la peor reacción posible, y el signo más claro de que ni se puede ni se quiere llevar a cabo la tarea que te asignen. A veces, no decir nada es decirlo todo.

Una mujer proactiva, positiva y que ama su trabajo como tú y como yo  ni siquiera tendrá la necesidad de que estas frases o actitudes pasen por su mente ¿a poco no?

¿Qué te parece? ¿Crees que haya alguna otra frase que es preferible no decirla ante nuestros jefes?

Fuente: El Confidencial

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