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Encuestas: ¿Cuál ha sido tu visita más memorable al ginecólogo?

¿Necesitabas pastillas?, ¿Un control de rutina?, ¿El papanicolau?, ¡¡¡La píldora del día después!!!

¿Necesitabas pastillas?, ¿Un control de rutina?, ¿El papanicolau?, ¡¡¡La píldora del día después!!!

Son miles los motivos que nos obligan a ir al ginecólogo, que gracias a los tabúes del pasado cercano, se han tranformaron en una de las especialidades más incómodas de visitar, no sólo porque te enfrenta directamente con tu sexualidad, sino por por su exótica camilla y qué decir del terrible espéculo.

Como los tiempos han cambiado en términos de taras sexuales y ginecología, te invitamos a romper con el mal enfocado pudor y compartir tu historia en la sección de encuestas dedicada a nuestros lectores más atrevidos, donde los mejores post serán publicados en nuestro sitio ¿Te atreves a contarnos cuál fue la visita más memorable a tu ginecólogo?

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Y para empezar, aquí vamos.

Estudiantes en práctica

Se trataba de un dolor imposible de soportar, como si mi útero se estuviera retorciendo y efectivamente así era.

No sé como llegué al ginecólogo, ni como me instalé en su exótica y terrible silla de piernas abiertas y hacia arriba. Estaba mareada de dolor, pero el frío metal del espéculo interiorizándose en mí, me hizo reaccionar… de incomodidad.

-Señorita Pamela, hay que operar-, dijo el ginecólogo mientras miraba mi útero desde su pantalla.

Yo no entendía lo que pasaba y lo peor es que él tampoco, por eso había que operar.

-¡Estamos frente a un CASO!-  me dijo todo emocionado, mientras daba vuelta su pantalla para presentarme en vivo y en directo mi útero, además de advertirme que esa pelota oscura que salía desde una de sus trompas con admirables dimensiones, no era para nada normal, así que sin preguntarme se tomó la molestia de salir corriendo de la sala y llegar con al menos cinco futuros ginecólogos para que presenciaran “un caso digno de ser estudiado”. Toda una cátedra universitaria mientras yo; fenómeno y espéculo entrepiernas, perdía a pedazos mi integridad.

Después de agradecerme por contribuir a la ciencia y salvarme de una inevitable septicemia, no me quedó otra  más que archivar esta experiencia en los recuerdos más memorables de mi cabeza. Y para ti, ¿Cuál ha sido tu visita más memorable al ginecólogo?

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