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Las sexpectativas de una vida

Pensamos que cuando estemos en la veintena vamos a ser unos y unas desmelenadas que no creeremos en la monogamia y que nuestra vida sexual será plena y satisfactoria.

Todos y todas acabamos haciendonos expectativas sobre la mayoría de las cosas que nos pasan en la vida. Creemos que gracias a ese trabajo iremos consiguiendo el puesto que siempre hemos deseado o viendo comedias románticas acabamos creyendo que la vida puede ser como una película en la que al final él o ella volverá corriendo a nuestro brazos y todo será maravilloso. Pero desafortunadamente no siempre es así y nos desilusionamos cuando la realidad nos golpea.

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De todos modos, poco a poco vamos viendo como nuestras vidas transcurren y van creciendo ya sea como la película en la que habíamos pensado o no. Pero, ¿qué hay de las sexpectativas? esas que creamos sobre la vida sentimental y sexual que nos autoprometemos. Dentro de las sexpectativas se pueden exponer dos conceptos:

1- Las expectativas de cómo va ser nuestra vida sexual en el futuro.

2- Las expectativas sexuales que empiezan a pasarnos por la cabeza cuando acabamos de conocer a una persona.

En el primer caso pasa un poco como los estereotipos de que las mujeres piensan desde niñas cómo va a ser su boda. Que siempre han soñado con ese momento y que tienen en la cabeza absolutamente todo planificado. Pues es algo muy parecido pero con la vida sexual. Es decir, suponemos que desde que comienza el despertar sexual en nuestro cuerpo podemos ir pensando como vamos a comportarnos o lo que nos vamos a encontrar durante nuestras relaciones sexuales.

Pensamos que cuando estemos en la veintena vamos a ser unos y unas desmelenadas que no creeremos en la monogamia y que nuestra vida sexual será plena y satisfactoria. En muchos casos, o incluso podría decirse que en la mayoría, sí que sucede así porque en esta época de la vida no buscamos una pareja formal sino que nos atrevemos a buscar en cada momento una aventura que nos suba la líbido.  La vida nocturna, las fiestas, los fuck-friend y otros tipos de amantes se convierten en una constante que en ese momento no queremos pensar en abandonar.

Pero, qué pasa si una persona que está dentro de esta franja de edad no consigue lo que quiere o lleva años con una misma pareja y no está disfrutando al máximo de su momento de máxima lujuria y perversión. Para la primera el consejo que quedaría darle es que saliera y viera lo que hay, que hay muchas opciones en la vida y que seguro que hay alguna para ella. Y en la segunda, a veces es cuestionable si es bueno o no tener una relación de años con una persona cuando la relación empezó al ser adolescente.  Lo que va nutriendo la vida es la experiencia, por ello, cuanta más experiencia se tenga y más se vea fuera del círculo al que se está acostumbrado mayor será el criterio para analizarse a uno mismo y sobre todo para conocerse.

En cambio, en la treintena se tiende a pensar en la pareja, en la formación de una vida estable con una persona a la que querer y con la que disfrutar de una vida plena y satisfactoria.  A veces por el propio deseo y otras por la presión social de llegar a una edad en la que deberías comportarte de una manera determinada. Pero a pesar de que la lujuria reine en la juventud, es un poco más adelante cuando tenemos claro lo que nos gusta y nos comunicamos mejor y abandonamos la vergüenza y de esta manera se puede alcanzar una sexualidad más placentera.

La expectativas que se crean en la juventud van cambiando a lo largo que se avanza en el tiempo ya que estamos sujetos a muchos cambios, como por ejemplo la maternidad o periodos en los que el sexo pasa a un segundo plano. Hay que recordar que el sexo es algo sano que debemos adaptar a cada opción de vida. No debemos olvidarlo o renunciar a él por sentirnos en un momento malo o por cuestiones física, porque siempre hay alguna opción. Lo importante es adaptarlo a las circunstancias.

En cuanto a las sexpectativas que automáticamente surgen en nuestra cabeza cuando conocemos a una persona son buenas, pero a veces pueden hacernos esperar más de lo que vamos a recibir. En el momento de ver que esa mujer o ese hombre va a entrar en nuestra vida personal, ya sea como una pareja solo sexual o como algo más, empezamos a pensar cómo será, como se comportará en la cama, qué pensará hacernos, pensamos en lo que nos gustaría demostrarle que sabemos hacer…  y eso sin mencionar el tamaño de los genitales. Puede ser un estereotipo también, pero observamos el físico del otro para fijarnos en su bulto entre las piernas y puede darnos una idea errónea de lo que verdaderamente hay dentro. La eterna cuestión de si el tamaño importa.

Por otra parte esta el porno. La pornografía ha ayudado a deshinibirnos de tabúes o a apreciar el cuerpo como material sexual, pero hay que tener en cuenta que cuando se ve un film pornográfico no dejan de ser actores cumpliendo un papel. El mundo del porno ha creado expectativas muy altas en las vidas sexuales de la sociedad porque a veces pensamos que vamos a encontrar un Nacho Vidal o una Cicciolina y luego cuando los cuerpos se encuentran desnudos no es así. Por esta razón a veces se debe buscar con un poco de criterio lo que ver. Huir del porno tradicional donde los cuerpos son como masas de carne que se manipulan, sobre todo los de las mujeres, sin tener en cuenta nada más. Y podemos ahondar en la búsqueda y encontrar directores y directoras como Erika Lust que realizan películas porno en la que se trabaja más el trato personal, el erotismo y la sensualidad sin olvidar la esencia de la pornografía.

Sea como sea debemos dejar volar nuestra imaginación, que es muy sano y recomendable, pero de vez en cuando mirar la realidad que tenemos en frente para no llevarnos un fiasco. Pero ante todo disfrutar, disfrutar el momento sea de la forma que sea con los gustos que tengamos y las sexpectativas que nos hayamos creado.

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