Actualidad

No más de 30

Subirse al tren a tiempo no tiene nada que ver con encontrar marido, es más bien para llegar adonde tú quieras en el momento preciso.

La primera vez que fui a New York me di cuenta que venía cinco años tarde en esto de vivir. Me alojé en un albergue juvenil porque era muy joven y estaba iniciando mi versión personal de “On the road”  (J. Kerouac).

Ya el primer día, hablando frente a la máquina de Coca-Cola, con el resto de los huéspedes que se movían por el viejo edificio de Amsterdam St. me di cuenta de que, no obstante mi corta edad, yo tenía 5 años más que casi todos y por tanto 5 años que me llevaban de ventaja en la gran aventura de descubrir el mundo.

“Todo a su tiempo” nos decían nuestros padres cuando queríamos maquillarnos o salir a una fiesta de noche, haciendo todo lo posible por retrasar nuestro salto de niña a mujer. Y no sé si hacían bien o mal porque en realidad no es demasiado importante ponerse o no ponerse rimel, lo que sí es importante es darle buena forma a ese deseo por experimentar y descubrir que, más o menos, tenemos todos.

Recomendados

En algunos, esta curiosidad nunca pasa de meterse humos pa’dentro, pero hay otros que el despertar lo quieren hacer cambiando de lugar, moviéndose un poco para ver lo nunca visto, y en el caso de las chicas la resistencia del medio se hace mucho más pronunciada porque las mujeres no pueden ir solas por ahí… Pueden, pueden y deben.

Yo estoy totalmente en contra de arriesgar la vida, pero también estoy totalmente en contra de vivir demasiado apegada a la norma y, siendo espabilada y cautelosa, se pueden hacer cosas nuevas sin terminar ni el hospital ni el cementerio.

Hay viajes interiores, dicen… No tengo ni idea, lo que sí tengo claro, y quisiera gritarlo a voz en cuello, es que los tiempos no son tan laxos como se cree y que eso de todo a su tiempo es justo así, pero al contrario.

Es decir, hay un tiempo que pasa implacable donde se producen momentos de puertas abiertas y puertas cerradas, cuan metro. Y si no haces lo que quieres cuando toca, luego es sencillamente imposible (no difícil, imposible).

La vida de adulto es rotunda y sin retorno (para los desheredados sobre todo) y la juventud no debería ser tanto para tontear como para atinar a dar con las teclas que consigan abrir tu horizonte. Hay que tener claridad de nuestras capacidades y, a partir de ahí, deberías lanzarte a la conquista del mundo, mientras puedas. Esto no es fácil, si lo sabré yo. No es tan evidente qué podemos hacer ni hasta dónde podemos llegar; sobre todo si lo que estás pensando no va en la misma dirección que te han indicado y los recursos son los que son.

Tal vez no se trate de subir a un avión, tal vez sea desplazarse en otro sentido, tal vez sólo se trate de atreverte a romper el molde… no sé, las posibilidades son tantas como personas haya. La cuestión es: se puede ir con minifalda a los 50 años, no pasa nada, pero te quedará mucho mejor si tienes 15.
Y como con las faldas, pasa con muchas cosas. Hay momentos y sueños y hay que ver cómo combinarlos para no hacer el ridículo.

Puedes comprarte un gato y tratarlo como a un hijo, pero que sepas que si es peludo y tiene bigotes no es un niño.

Hay cinco años clave en los que o sales a buscar tu destino o tu destino te pisoteará para dejarte clavada como papa. Tú verás dónde los ubicas, si entre los 20 y 25 o entre 35 y 40 pero puedes creerme no se puede entrar en los albergues juveniles si has pasado de los 30, y esta regla no la puse yo.

Tags

Lo Último


Te recomendamos