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¡Soltero al Fin!

Un hombre despechado se va de cacería…

Ya está. Estoy listo. Soy soltero de nuevo y afuera huele a coño. Mi mujer me sacó, prácticamente, con traje de pino de la casa. Así qué, que ahora ni se queje. Me condenó a los otros coños. Esa es mi condición. Después va a andar llorando. Ya me la imagino ya con todos sus pelos parados -después de haberme descubierto que me metí con otra- gritándome desde la puerta: “Luciano eres un promiscuo, Luciano eres un perdedor, Luciano eres un hijo de puta, Luciano eres igual a mi papá”. A las mujeres nadie las comprende. Por un lado te echan de sus casas, y después andan llorando. Mi ex a mí me dejó maldito. Me acostumbré tanto a su coño, que ahora hasta me da miedo probar otro. Si no se me para te juro que me muero. Puta la huea´. Ahora cargo con su coño, ahora arrastro su condena. Ahora el coño de mi ex mujer estará esperándome “psicóticamente” al borde de cualquier otra cama en que me meta.

Me lo dijo un amigo. El loco que me aloja. Ese hueón también es separado. Ese hueón me advirtió que uno carga con la bruja de mierda y todos sus recuerdos. Hace más de un año que se separó, y quedó “piteado”, loco. Yo nunca voy a andar tan piteado como él. Estaba tan sicoseado, que les decía a todas las mujeres que “no podía olvidarse de su Catita”. “Su Catita”, cacha el maricón. Saco de hueas. Leía puros libros de autoayuda y estaba a punta de puro Ravotril. ¡Ravotril y pisco puro! Quedaba dopado el infeliz. Uno le preguntaba cualquier cosa, y el loco ni te contestaba. Sólo asentía con la cabeza: sí, no, y más o menos. Nada más. Las minas se escapaban de él como si hubiese tenido repelente. No sé cómo fue a traicionarse. No sé cómo fue a traicionarnos. El loco se pasó por la raja nuestro pasado. Al loco se le fue a olvidar todo lo que habíamos vivido. De cabros chicos éramos los bacanes. En las fiestas del colegio nos decían Soda Estéreo. La dura que nos veían y nos decían, “ahí llegaron los Soda Estéreo”. Yo era Charlie y este otro era Ceratti.

Mujer, metro 56 de estatura, pelo castaño, botas vaqueras, tobillos gruesos y cara de angustiada. Angustiada fija su vista en mi paquete. Angustiada se propone atraparme a mí o a mi paquete. Para los efectos da lo mismo.

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No cantábamos ni huea´ de canción, pero teníamos la facha. A las minas lo único que les importa es la facha. El paquete también, pero cuando son chicas, más que nada es la facha. Igual nos tirábamos nuestros torpedos. Aperrábamos con lo que fuera. En las fiestas, por ejemplo, sacábamos nuestro acentinito así medio argentinito no más, así medio porteño como que no quiere la cosa no más, “que voz no sabes” y las dejábamos a todas locas. Las minas quedaban como locas. Y luego este otro se me fue a enamorar. La mina era el calco de su madre. Igual a la tía María Eugenia. Con la voz entera melindrosa y perna como nadie. Saco de hueas. Se llamaba Catalina de Las Mercedes. Como las teleseries mexicanas. Fin de la diversión. Era la clásica “niñita que no rompe un huevo”. Más mamona que la mierda. Si hasta hablaba como mamona. “Ay no quiero ir pa´ el campo porque hay avispas”, “ay no sé si acostarme contigo, porque me puedo quedar embarazada y después me da miedo que no me pesquis”, “ay no me sirvaí tanto ron porque puedo terminar mareada, ji, ji, ji”. Pura pose. Puro show. Después la mosca muerta igual se lo cagó. Se fue con un loco de su oficina. Le dijo un día, “ay no sé lo que siento, pero me tinca que me gusta”. Desgraciada. Todas las mujeres son iguales. El loco de su oficina usaba corbata y le recitaba a Neruda. Un mamón igual que ella. La mosca muerta se excitaba con Neruda.

A mi amigo después igual le comenzó a gustar Neruda. Andaba como sicoseado. Pero yo no ando sicoseado. Yo ando muy normal. El problema es que mi amigo ahora que se recuperó de su impasse, y que se cree “renovado”, lo único que quiere es “sacarme de mi luto”, ¿No sé de qué mierda me está hablando? Saco de hueas. Me quiere llevar a una de esas fiestas patéticas que él frecuenta. Puras minas malas. Pura mina psicóloga, pasada a libro de autoayuda, con chasquilla hipster y ganas de “profundizar”. Promete que hay mucho coño nuevo. Pero no promete “calidad”. También promete que se encargará personalmente, que uno de esos coños, tenga mi nombre y apellido. No le creo. El loco es terrible de asegurado. Lo más probable es que se termine dejando lo mejorcito para él.

Llegamos a la fiesta y todo lo que diga es poco. El ganado esta “peoooor”. No sé si seré capaz de soportarlo. Mi vía crucis comienza con un ron. Ahí viene. Se acerca. Mujer, metro 56 de estatura, pelo castaño, botas vaqueras, tobillos gruesos y cara de angustiada. Angustiada fija su vista en mi paquete. Angustiada se propone atraparme a mí o a mi paquete. Para los efectos da lo mismo. Se sienta a mi lado. Necesito otro ron. Me lo sirvo en vaso grande. Ya no puedo soportarlo. Angustiada me pregunta por mi nombre. De pronto me parece más bonita. Tiene buenas piernas. Tiene buen escote. Se tira sus torpedos. Me sirvo otro ron. Mi amigo comienza a hacerme ojitos. El saco hueas viene a advertirme no sé qué.

Se me acerca. Me prende otro puchito. Me sirve otro ron. Me dice que me “ande con cuidadito no más”, porque la “Angustiada” anda tan “urgida” que después de que “pasa” siempre manda “mensajitos”. Eso hace la Angustiada. Media cosa. El saco de hueas se cree Nostradamus. Me sirvo otro ron. Comienzo a sacarme la maldición de mi ex mujer. Comienzo a sacarme el coño de mi ex mujer. Decido pescarme a la Angustiada. Me la pesco en el baño. La Angustiada grita mucho. Sus gritos me ensordecen. Grita que “está grande”. Grita que “más fuerte”. Parece loba en celo. Parece camisa de once balas. Me desconcentra la Angustiada. No puedo. No puedo. No puedo. Renunció. Decido capitular. Pese a eso la Angustiada igual me pide mi teléfono. Le digo que no tengo. Me voy a casa de mi amigo. Me llega un mensaje a casa de mi amigo. Es la Angustiada que me da las buenas noches. No sé qué contestarle. Le mando una carita. Fin del vía crucis. Me desconecto, me olvido, soy otro.

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