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Hoy, mi voto es por la vida

No llego ni a los 30 y ya viví la experiencia más devastadora de mi vida. ¿Y ahora? Esta es la historia sobre cómo un ‘corazón roto’ me salvó la vida.

Esta semana fui a tomarme un café con una vieja amiga que no veía hace más de 3 años. Fue una de esas pláticas que, cuando terminan es como si te hubieran quitado 20 piedras de la espalda y piensas ‘¡por fin!’. Aclaro que no me dio ningún consejo ni juicio, solo me escuchó y yo a ella. Una delicia.

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El asunto es que después de desahogarnos, coincidimos en que somos muy jóvenes y sin embargo ya necesitamos toda una conversación casi filosófica sobre el amor y los malos hábitos.

Para mi fue muy reconfortante darme cuenta que no soy la única mujer con mil preguntas sin responder, cicatrices en el corazón, dudas, momentos de ansiedad y soledad intensos. Porque a veces pasa que creemos que somos las únicas que han sentido el dolor, que nadie nos va a entender y ese es el primer error.

La vida tiene maneras únicas y extrañas de transcurrir. Hoy soy una mujer tranquila y contenta con su vida, pero eso ha sido gracias a tremendos azotones en el piso, producto de malas decisiones y experiencias devastadoras, casi siempre generadas por una mala concepción del amor.

La última experiencia que tuve, tenía nombre, treinta y tantos años y unos muros del tamaño de China. Un hombre que, después de otra experiencia anterior (más trágica), me regresó las ganas de sentir y creer en las nuevas oportunidades, sin darme cuenta que estaba siguiendo el mismo patrón destructivo. Si has pasado por algo similar, sabrás que volver a abrir tu corazón es de lo más difícil. Bueno, yo lo hice con él y, otra vez, me lo regresaron en pedacitos.

No voy a entrar en detalles, pero lo que sí te puedo decir es que siempre que regresamos al ‘estado del amor’ lo hacemos pensando en que todo va a ser diferente, pero hacemos las mismas cosas. Pero todo este veinte me cayó cuando estaba deshecha en el piso, y ya no podía ir más para abajo porque estaba el suelo de por medio.

La idea de escribirte hoy, es compartir cómo descubrí que un corazón roto puede ser el mejor maestro:

¡Hola soledad!

Sí, fue un drama los primeros 3 meses, pero si no me hubieran empujado a ella, jamás habría descubierto lo bello de los libros, a bailar descalza en mi casa, el italiano y comer pizza en la cama. Muchas veces la soledad es una decisión involuntaria pero necesaria. Eventualmente va a llegar y la vas a tener que vivir. Tienes 2 opciones: ponerte tu sombrero de exploradora y ver de qué se trata o seguir reclamándole al susodicho que te puso en esa situación.

Reconciliándome conmigo

Después de esos 3 meses de drama, empecé a identificar las cosas que me hacían sentirme triste y ansiosa de estar acompañada. Logré darme cuenta que no extrañaba a la persona, sino la sensación de estar con alguien. Extrañaba salir a comer, al cine, los domingos de pelis y los apapachos. Nada que no pudiera hacer yo sola. Además, es necesario que las primeras en ser amables y lindas con nosotras ¡seamos nosotras! antes de darle esa tarea a alguien más. Sí, la regaste, pero perdónate y continúa.

Lo que realmente importa

Surgieron nuevas cosas: empecé a hacer yoga y meditación para enriquecer el espíritu, a comer bien, a escuchar más a la gente, a concentrarme en mi trabajo, a hablar más con mi familia y lo más importante, agradecer; mi casa, mi libertad, mi espacio, mis libros y mi tiempo.

Votos con la vida

De todo lo que aprendí mientras me fui levantando del suelo, además de perdonarme, concentrarme en mi y acercarme a mi gente, fue que no importa lo que te haya pasado antes si hoy puedes ponerte en pieEste momento es en el que me doy cuenta que nada ha sido lo suficientemente fuerte para destruirme. Solo por eso, todos los días decido hacer un ‘voto por la vida’. Es fácil, consiste en pensar en algo positivo que quieras regalarle al mundo: una sonrisa, una palabra linda, solidaridad con la gente que ha pasado por dolores similares, pérdidas o simplemente una buena actitud.

Por último te digo, el corazón no se rompe. No puedes romper el lugar en donde guardas el inmenso poder que sigue haciendo que este mundo gire. Este día, este segundo es la forma que tienen tu vida y tus dolores de decirte ‘¡hey! no pasa nada, hoy puedes hacerlo mejor’.

Gracias por ser, estar y compartir.

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