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Mi régimen alimenticio es mi asunto y de nadie más

Cambiar de régimen es de por si difícil como para agregarle a cada minuto situaciones sociales que se presentan como obstáculos. ¿Para qué? Si a final de cuentas es mi cuerpo.

Nunca he tratado de convencer a nadie sobre dejar de comer carne. Comprender y valorar los múltiples estilos de alimentación que existen me tomó un tiempo, así como darles una oportunidad para descubrir que muchos vegetarianos y veganos comían mucho más delicioso de lo que podrían soñar los omnívoros, a mi gusto. Pero no todo el mundo se da a la aventura, ni ve razones para cambiar su estilo, lo cual está bien.

Decidir si volverse vegetariano o vegano es un proceso largo, porque no es algo que se pueda hacer sin un propósito claro, ni la información suficiente: algunos lo hacen por motivos de salud, algunos por cuestiones espirituales, otros porque no quieren ser parte de la masacre que se realiza día con día contra los animales, o porque ven en esta manera de alimentación como algo más sostenible. Todas son razones válidas, pero sobre todo personales para tomar una decisión así. Y como cualquier cosa en la que hay muchas opciones y la más común nos parece la correcta, también puede haber personas a las que les parece pésima idea.

Pero el que te parezca pésima idea, no significa que trates de hacerle ver a la otra persona que lo es y que debería cambiar de opinión. No sé si llegar al extremo de llamarle discriminación, hay quien sí lo hace.

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Lo que sé es que se le parece mucho: cuando las personas se burlan, cuando tu familia intencionalmente decide sólo tener platillos con carne en esa reunión (porque qué payasada es eso de no comer carne), o el sólo hecho desata varias trifulcas familiares, cuando tu pretendiente jura que va a hacer que le cocines un bisteck un día de estos, cuando la gente duda que podrás cubrir todas tus necesidades nutricionales, cuando los restaurantes no tienen nada que tú puedas comer, o cuelan pedacitos diminutos de jamón o tocino a las sopas y ensaladas, y después te dicen: “pues le quitas la carne y te comes la verdura”.

En lo personal, he notado que estas situaciones no sólo involucran un casi total desconocimiento de lo que es ser vegetariano, sino también rechazo. Como si serlo se volviera en una carga insostenible para aquellos que te rodean (porque qué anfitrión querría preparar algo sin carne que todos sus invitados puedan comer) o elegir siempre un restaurante que tenga algo que todos puedan disfrutar.

Ser vegetariano no equivale a ser melindroso. No como carne porque no me guste, a través de ello busco un propósito más allá de que me gusten o no los alimentos. En lo personal opté por esta opción después de ver el documental Earthlings, también a Ellen le pasó. Claro, cuando le comenté a mi mamá, me dijo que ya no viera esas cosas. Pero una vez que has visto esas imágenes, es algo que no puedes ignorar. Aquí les dejo el trailer, si lo quieren ver (ojo, es fuerte):

Alguna vez conocí a una chica que era alérgica a la carne y los que escuchaban su historia exclamaban: “¡Pobrecita! De lo que se pierde”. No creo que los vegetarianos nos estemos perdiendo de nada, ¿acaso se les escapa la posibilidad de que nos gusta lo que comemos?

También hay gente que está obsesionada con hacerte ver que lo que haces está mal, si de todas maneras las plantitas sufren…, mientras se comen su hamburguesa con queso. O los que te dicen que esa dieta seguro te va a matar, mientras fuman un cigarro. No falta el que te dice que te va a faltar proteína, pero tiene los triglicéridos altos.

Lo que he aprendido en estos meses, es que quizás voy a tener que llevar mi propia comida a algunas reuniones (esperando no ofender a nadie) , comer antes de ir a una boda y verificar tres veces que ese restaurante tiene algo que yo pueda comer y disfrutar, antes de confirmar que sí iré. Pero sobre todo, he aprendido que lo que como, es asunto mío. Si alguien más piensa que es mala idea o que me voy a desnutrir, nadie le pide que elija por mi, a final de cuentas, está en mi boca y no la suya.

Creo que así como hay cosas que no le dices a tu amiga lesbiana, hay cosas que no le deberías decir a tu amiga@ vegetarian@, pero esas las dejaremos para otro día.

Quizás debería de cambiar el dicho:

Es de mala educación hablar de política, religión, o de estilos alimenticios.

Si eres vegetarian@ o vegan@, ¿has sentido alguna vez estas situaciones?

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