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Elena Garro, inspiradora del realismo mágico [Musas]

¿Inspiradora del realismo mágico, enemiga de Octavio Paz o o detractora del movimiento estudiantil del 68?

Elena Garro es un enigma, tanto así que si buscan cuidadosamente, algunas fuentes dicen que nació en 1916, otras que en 1920. Quienes la conocieron dicen que era guapa sensual e inteligente. Es para mí un enigma porqué en toda la carrera de letras Hispánicas no leímos alguno de sus textos, o porqué tuvo que vivir tantos años en el exilio. En lo que todas las biografías coinciden es que estuvo casada con Octavio Paz, quien un día en la universidad, antes de su examen de latín, se llevó a Elena al registro civil y se casaron. Por alguna razón, Elena tampoco le dijo que no.

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Elena vivió a la sombra de una cultura que no la dejaba desarrollarse como mujer, aunque nunca se reconoció a sí misma como feminista, pero reconocía muy las limitaciones que se le imponían. Al lado y a la sombra de Octavio Paz, terminó por escribir muchos textos que nunca vieron la luz. Se dice por ahí que fue a causa de la influencia del premio Nobel, a quien le parecían incluso más brillantes que los suyos. Muchos de ellos, terminaron en la hoguera, aunque por suerte, se rescató Los recuerdos del porvenir de puro milagro, gracias a su hija Helena.

No podemos decir que Elena fuera la musa de Paz, aunque tampoco estamos seguros de lo contrario. Ella fue su dolor de cabeza, su competencia, su fuente de rumores: porque la vieron con tal político o saliendo de un hotel al lado de un poeta.

Según Mario Alberto Mejía:

Los mejores elogios de Pablo Neruda y de Vicente Huidobro en España no se los llevó Paz, sino su esposa.

Helena, su hija se describía a sí misma como entre dos fuegos. Sin embargo, más allá de la competencia, los choques entre la neurosis de Elena y el nerviosismo del poeta, hubo una cosa en la que Elena lo superó: escribir novelas.

Quizás Elena no fue la musa de Paz, en un sentido inspiracional, pasó de ser su esposa a su más ferviente enemiga, a la que él jamás dejó de ayudar de modo económico.

Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí a los indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él. Mira, Gabriela, en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz.

Así le dijo Elena a la reportera Gabriela Mora alguna vez. Quizás cruzó la línea al publicar una larga lista de intelectuales, encabezada por Paz, que “instigaron a los estudiantes contra el gobierno del entonces presidente de México Díaz Ordaz”. Razón por la que tuvo que huir del país, pues sus declaraciones fueron manipuladas y al final ni los intelectuales, ni el gobierno la querían de su lado. Por lo que Elena tuvo que exiliarse fuera de México junto con su hija.

Predecesora del realismo mágica

Los recuerdos del porvenir fue publicada 4 años antes que los Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, fue una de las primeras novelas que comenzó a explorar este estilo que sería tan popular en los 60s. ¿A cuántos escritores no habrán inspirado sus extraordinarias líneas?

Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.

Así comienza esta novela, que Paz describiría “una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea”, ganadora del premio Xavier Villaurrutia. Muy impresionante para una mujer que jamás había considerado ser escritora.

La verdad es que Elena no tuvo el reconocimiento merecido en vida, sea por haber sido esposa de un premio Nobel de literatura o acaso por haber achacado la culpa del movimiento estudiantil del 68 a los intelectuales y haber quedado en el rincón de los autores prohibidos.

Sin embargo, la crítica contemporánea ha reivindicado su obra, llamándola una de las autoras mexicanas más importantes, después de Sor Juana Inés de la Cruz.

Si Elena fue musa o competencia de Paz poco importa, su obra tiene un tinte más importante, pues en realidad fue musa del realismo mágico. Y con esta idea en mente, es bueno recordarla con una de sus inmortales frases:

Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.

Fuente: Sexenio

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