Lo logré, superé a mi ex. Después de mucho tiempo de ni siquiera dirigirle la palabra me escribió para ser amigos y acepté. La verdad es que compartimos más de siete años y me conoce muy bien. Y también, sinceramente, ya no me mueve nada. Incluso nos mandamos fotos recientes por mail (las redes sociales siguen fuera del trato) y… un momento, su nueva chica… es idéntica a mí.
Físicamente, para empezar. Así, flaquita, con lentes y sin chiste. Piel muy blanca y cabello negro. Quizá le faltan los ojazos moros. Ash. Se viste como yo también, podría jurar que tuve alguna vez un vestido así y las perlas… no que sean mi trade mark exclusivo, es que las que me pongo diario me las regaló él. ¿Las habrá comprado al mayoreo?
Ok, decido no entrar en pánico. Respirar hondo y no mencionar, por supuesto, que desde que nos separamos yo no he querido tener otra pareja. Pero no puedo dejar de pensar “evidentemente tú tampoco, sigues conmigo, date cuenta”.
Recomendados
Luna rosa: ¿cuándo y dónde se podrá ver el plenilunio de abril en su punto más brillante?
¿Cómo explotar tu sensualidad si eres mamá o estás metida en el arquetipo de la madre?
¿Por qué la Generación Z es menos feliz al resto? Nuevo estudio muestra una preocupante situación
¿A qué se dedica ella? Ah, le ayuda con el negocio. Sí, ese que una vez fue también mío.
No sé cómo sentirme, la verdad. ¿Usurpada? No, ella llegó años después de que nos separamos. ¿Ofendida? ¿Halagada? Lo que siento es un poco de miedo. Puede sonar pretencioso, pero qué diablos, soy pretenciosísima, pero me siento… insuperable.
Ella no me supera en nada, es como una mala copia de mí misma. Él, no me ha superado, por supuesto. Yo sí, yo ya lo superé, yo no caeré de nuevo, trato de convencerme y me doy cuenta de que estoy hiperventilando.
¿Por qué insistimos en poseer a las personas? ¿por qué queremos recordar, y sobre todo, ser recordados? Pero sobre todo, ¿qué tiene ella que no tenga yo? Literal.