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En tu peor momento

Tu peor momento es la hora de la verdad, el mero mero instante. Tu peor momento, a veces, sin pensarlo se convierte en el mejor de todos.

Soy una romántica, lo confieso. Dispárenme. Para mi desgracia, mi infancia procedió marcada por las huellas de Topacio y Candy Candy y no hay manera de que eso haya terminado en un percepción sana sobre el amor. Pese a todo, logré librar la idea del “príncipe valiente” y me jacto, esporádicamente, de mi percepción dizque progresista y buena onda.

Aún así, hay cosas que no puedo sacudirme, que se me han quedado como marcas de viruela. Por ejemplo: yo sí soy de las cursis que se paran antes que el galán para lavarme los dientes y peinarme aunque sea un poquito.

Primero muerta antes de que se tenga que fumar algún pedo o algo por estilo y primero vendería a mi hermana antes de tener que revelarle mi enfermiza rutina de belleza. Es esa lógica, me gusta siempre estar perfecta o, por lo menos, lo que yo considero como tal (antes de que se alebresten, no es una práctica que recomiende).

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Pero, ¿qué pasa cuando la vida, las circunstancia y los bichos en la panza no te lo permiten? Es decir, ¿qué haces cuando te agarran, te guste o no, en tu peor momento? Yo lo acabo de descubrir en lo que llamaremos la Gran Amibiasis del 2014: algo parecido a la peste bubónica pero con mejor cutis.

Un momento terrible que tuve que compartir con mi significant other y en el que descubrimos lo difícil que es domar al dragón cuando sientes que se te va la vida entre idas al baño y el terror absoluto de morir deshidratada. Lo de menos son los síntomas de la enfermedad, es el humor negro del pinche diablo que te cargas.

Todas las atenciones se responden con ladridos y los cariños con cold shoulders. En mi defensa, tenía demasiado en mi plato lidiando con que no me escuchara, no me oliera y no viera el perpetuo gallo en el pelo que, al día de hoy, no puedo aplacar.

Los resultados fueron mixtos, no puedo decir que aplique para todos, pero alguien que está contigo en las peores y no huye despavorido cuando le avientas la sopita caliente, merece estar contigo cuando sí estás peinada y chula y sonriente y amable. Tu peor momento es la hora de la verdad, el mero mero instante. Tu peor momento, a veces, sin pensarlo se convierte en el mejor de todos.

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