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Vivir al límite no ha sido en vano cuando hay un testimonio gráfico como el de Goldin. Vivir el rush detrás del escenario de la vida no sólo es sexo, drogas y rock and roll, es de hecho: amor, relaciones, amistad, obsesiones, nostalgia y dependencias emocionales. Temas que la fotógrafa ha explorado en sus series como “La balada de la dependencia sexual” o “I’ll be your mirror” como el título de la canción de The Velvet Underground.
A cada fotografía se le puede escribir una historia, una fidedigna o una ficticia, cada cuadro es el capítulo de una novela pero de aquellas tremendas, de una juventud, de una vida. Tienen una falta de pudor que nada tiene que ver con desnudarse, sino con dejar que se asomen todas las emociones de la manera más franca y natural; la empatía al nivel de estar en la piel de los demás en una comunión literal. Vuelvo a insistir, cada fotografía es un sentimiento, una anécdota, cada una es tan relevante porque conforman su propia autobiografía.
La de una fotógrafa que inició su carrera documentando travestis en Boston y que luego se mudó a Nueva York para capturar el movimiento punk, el abuso de drogas y la sensualidad violenta de sus amigos. Más tarde el mismo contexto la orillaría a desarrollar proyectos relacionados con el sida así como ver de cerca el viacrucis de personas cercanas que lo padecieron.
A partir de los 90’s ha hecho colaboraciones en Japón y en editoriales así como en el mundo de la moda con Dior, Rodarte y Bottega Veneta. Sus series fotográficas han sido ampliamente expuestas incluyendo el Centro Pompidou y el Louvre. En el 2007 recibió el premio Hasselblad, que es el máximo en fotografía. Su trabajo, además, ha sido influencia en algunas películas.
Por favor, no dejes pasar la oportunidad de echarle un vistazo a la obra de esta fotógrafa sin igual, es probable que incluso te cuente un poco de tu propia historia.