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Los hábitos que pueden convertirte en una persona más feliz

En medio de una depresión de esas que paralizan, en medio del caos cotidiano, incluso en los mejores momentos… todos queremos ser más felices.

¿Qué tanto forma la felicidad parte de tus planes? Aunque muchas de las cosas que tienes anotadas en la agenda están ahí porque intentas ser feliz, a veces se pierde de vista el objetivo.

En medio de una depresión de esas que paralizan, en medio del caos cotidiano, incluso en los mejores momentos… todos queremos ser más felices.

Hay toda una industria de malos libros que lo sabe. Hay apps, hay drogas y grupos de apoyo, hay miles de posts en la red. Con todo eso que existe, sabemos que la felicidad no aparecerá en nuestra puerta, como si la hubiéramos ordenado en línea.

Recomendados

Si tratar de vivir mejor es el propósito (pasarlo bien, encontrarse en el camino con más placeres que malos ratos), éstas son las recomendaciones de Ellen Seidman, experta en el tema, aderezadas con otras que son de mi cosecha:

Convierte la felicidad en un objetivo

Así como tienes objetivos laborales, familiares, a nivel de pareja, proponte pasarlo bien, disfrutar, estar de buenas, divertirte con lo que haces. Y, sobre todo, cobrar conciencia de que estás siendo feliz. Es normal que seamos más conscientes de nuestro sufrimiento, porque duele y pesa, pero nos vendría bien aprender a detectar también lo contrario.

Identifica tus placeres y cultívalos

Todos estamos muy ocupados, todos tenemos mucho trabajo, compromisos sociales. Algunos, encima, tienen hijos y poco tiempo para atenderlos. Por eso es indispensable que busquemos el espacio para hacer lo que nos gusta y para eso, primero hay que descubrir cuáles son esas cosas que nos hacen felices.

Escribir, dibujar, hacer ejercicio, salir de fiesta, tocar un instrumento… cualquiera que sea tu actividad favorita, no la dejes a un lado. Busca la manera de practicarla, hasta que encuentres el tiempo.

Establece prioridades

Se nos educa con un “instinto de eficacia”: que todo quede bien y a tiempo. Si no se logra, entonces nos convencemos de que somos un desastre.

Cuando pasarlo bien se convierte en algo que de veras deseamos, porque ya lo identificamos, es más fácil que nos demos vacaciones, tiempo libre y feliz.

Activa tus sentidos

Concéntrate en olores, sabores, texturas, sonidos agradables. Percibe a conciencia y piensa “¡qué fortuna sentir esto!”. Escríbelo en tu diario o en tu agenda, tuitéalo si te parece buena idea. Si lo comunicas, será más tangible.

Desconéctate

Ya que hayas tuiteado todo lo anterior, ya que hayas actualizado tu blog, tus cuentas de Facebook y Goodreads, date un respiro de la tecnología. Si puedes, toma unas vacaciones desconectadas cada determinado tiempo.

También puedes intentar una desconexión semanal, incluso diaria: apagar tu móvil durante unas horas, alejarte de las pantallas, intentar actividades más orgánicas. Si te cuesta mucho trabajo (como a mí), elige un horario clave. Por ejemplo, sal a correr o a hacer ejercicio sin celular, y no lo enciendas de nuevo hasta que salgas de la ducha. Habrás descansado de él al menos hora y media.

Internet es indispensable y genial, a algunos incluso nos paga las cuentas, pero también de las cosas buenas hay que descansar a veces.

Recuerda momentos agradables

Ese sexo maravilloso que tuviste aquella vez con un galanazo de ensueño, la última fiesta con tus amigos, el viaje del mes o el año pasado, el día de tu boda. Cuando estés triste o desganada, recurre a esos pensamientos. Como decimos en México, lo bailado nadie te lo quita.

Recurre a tu agenda

Cada vez que me dan ganas de mandar todo al diablo, que pienso en lo pesado que es mi trabajo o lo incómoda que puede llegar a ponerse la vida (porca miseria), me asomo a la agenda. Siempre hay un buen acontecimiento por venir: una fiesta, un viaje, un cumpleaños, una comida, incluso un fin de semana que promete.

(Me queda claro que éste punto y el anterior son una invitación a evadir el presente. Pero no se trata de estancarse en los recuerdos ni de vivir soñando con lo que viene: simplemente pensar en alguna de las dos cosas a veces nos hace sentir mejor. ¿Hay alguien aquí que no quiera sentirse mejor?)

Cumple tus promesas, paga tus deudas, mantén el orden

El Dalái Lama lo explica clarísimo en un decálogo súper difundido en la red, “Los 10 ladrones de tu energía“. Es necesario mantener el orden, porque la felicidad también es cuestión de hábitos mentales, de disciplina. Aprender a decir que no, perdonar al otro, deshacerse de lo que ya no se usa, descansar y cultivar la salud… Todo eso nos hace más felices.

Piensa en plural o en singular, según necesites

Claro que es importante pensar en los demás, pasar tiempo con la gente querida. Pero a veces es necesario un periodo a solas. Yo, que paso tan poco tiempo sola, disfruto enormemente cuando tengo la oportunidad de viajar sin más compañía que mi maleta, por ejemplo.

Hay otras cosas, en cambio, que prefiero hacer acompañada. Se trata de no imponerse compañías ni soledades, de hacer lo que una tiene ganas de hacer, aunque haya que poner sobre la mesa largas explicaciones para que los demás no se sientan excluidos, etcétera.

Sé amable

No tienes que andar por ahí repartiendo sonrisas congeladas. Basta con que des las gracias, pidas las cosas por favor, trates bien a la gente en la calle, cedas el paso, evites tirar basura, contestes el saludo. Civilidad básica. Sé amable y los demás serán amables contigo. Verás qué bien se siente. Y, claro, si tienes ganas, también puedes sonreír.

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