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Carta abierta a mi yo del pasado

Spoiler alert: tus sueños no se hicieron realidad.

Querida yo del pasado,

Estoy intentando recordar qué hacías exactamente hace 10 años. Ya, ya me acordé: estudiabas dos carreras, trabajabas de cajera en una librería, cuidabas niños los fines de semana y los miércoles y medio dormías en la biblioteca de la universidad entre clases. O de plano en clases.

Vivías muy lejos de casa y estabas estrenando un novio, que por más que llevaran tres meses de conocerse ya te había pedido que te casaras con él. Spoiler: dos años después te casaste con él.

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Seguramente en la entrevista para ese trabajo de cajera te preguntaron dónde te veías en 10 años. Sé, porque te conozco perfecto que no describiste lo que es mi vida ahora.

Para empezar, ni loca hubieras dicho que ibas a volver a casa, tú eras la oveja viajera de la familia.

No, tu familia iba a leer tu nombre en las revistas e iba a marcarte, tratar de convencerte de volver, pero estarías muy ocupada cuidando a tus propios niños. Unos que ibas a tener con otro novio más guapo, este te caía bien pero era muy chaparrito.

Ibas a ganar mucho dinero y te irías de vacaciones a los lugares más exóticos, con la esperanza de que nadie te reconociera en la calle. Tú, tan famosa.

Ibas ser esa clienta de la librería que se llevaba todo lo que podía cargar, pero tú no malmirarías a la cajera por su acento extranjero. Tú ibas a comprenderla bien, a preguntarle quizá qué te recomendaba leer esta semana. “Mire, la última vez que leí algo que no fuera una tarea fue a Agatha Christie”.

Te recuerdo dormida en el salón de clases mientras tu novio tomaba nota para hacerte la tarea y me da tristeza saber que no soñabas con ser yo un día. Tengo ganas de entrar y despertarte y mirarte a los ojos y decirte que ya puedes parar de soñar, que te vas a equivocar muchísimo. ¿Crees que la tienes difícil? Espera, se pone peor.

Déjame contarte cómo estuvo. Tuviste que dejar una de las carreras. ¿Cuánto tiempo pensaste que ibas a aguantar? Pero no te preocupes, la que sí hiciste la terminaste en cuadro de honor y te aceptaron sin examen en la maestría. No, no la terminaste, la vida io de vueltas otra vez.

Para ese entonces estabas casada con el chaparrito. Te va a encantar tu boda, cuatro años después de tu divorcio la gente sigue comentándola en los baby showers. Ah, sí, ¡ups! se me salió: se divorciaron y no tuvieron hijos.

Tampoco ganas muchísimo dinero, lo siento. De hecho, hay meses en que no ganas ni poquísimo.

Pero espera, no te mates todavía, te aseguro que, aunque no lo sepas, sí quieres ser yo en 10 años.

Volviste a casa porque tu hermana te regaló una sobrina increíble, y cuando la miras a los ojos a ella sueñas otra vez todo eso que soñabas. Y el hermanito está a la vuelta de la esquina, paciencia.

Si mal no recuerdo, hace diez años habías dejado por completo la idea de ser escritora. Bueno, a mí no me vas a mentir, sí escribías cuentos y los escondías abajo del colchón, te daba demasiado miedo que te dijeran que no valían nada.

Pues no lo vas a creer, pero en una de esas el chaparrito te convenció de escribir y publicarlo. Te dijo lo que nunca creíste escuchar: “eres muy buena”.

Pusieron una editorial juntos y dos años después de que se fue, empezaste a publicar. Hay quienes te dicen que eres buena todos los días. Y también quien te dice que no vale nada, pero ya has sufrido por cosas más importantes, la verdad no te  importa ni mucho menos te da miedo su opinión.

Tu familia lee tu nombre en las revistas, no porque hablen de ti sino porque tú las escribes. Y te llama para pedirte que vayas a casa y sí quieres ir.

Pero no puedes, porque estás de viaje. Sigues siendo la oveja viajera de la familia. No te vas de vacaciones, porque no ganas muchísimo dinero, pero de alguna forma lograste que esos contados que creen que eres buena escribiendo te los paguen.

No te mates, espera, todavía tienes mucho que visitar. Vas a ir al desierto del Sahara, a Argentina, a Belice, a Inglaterra, a un crucero en el Caribe como en el libro de Agatha Christie. Ah sí, y volverás una y otra vez a París, ese París que ahorita tanto amas todavía te va a aburrir mares, vas a ver.

Y nadie te va a reconocer, tú tan cero famosa, y eso te hará muy feliz porque habrás aprendido a disfrutar como nadie de tu soledad.

Cuando seas yo no vas a tener hijos, pero no habrás perdido la esperanza.  Y te va a encantar tu departamento, tiene una biblioteca con muchos más libros de los que puedes cargar. Y tendrás todos los amigos que no tuviste en la secundaria, en la prepa ni en la universidad.

¿Y crees que cocinas muy bien ahora? ¡Ja! No tienes todavía mi experiencia, novata.

Y hablando de experiencia, el día de tu boda, mientras bailes tu primer baile con el chaparrito, vas a preguntarte horrorizada si este será el último hombre que te lleve a la cama. No, la fiesta acaba de empezar. Cuando seas yo sabrás que, aunque te sientes muy francesa, no sabes nada de sexo, chiquita, pero lo vas a aprender.

Así que pensándolo bien, si fuera a despertarte a ese salón de clases de hace diez años simplemente te abrazaría te daría mucha fuerza y te diría que no cambies nada. Bueno, si puedes no te enamores de un hombre casado y de uno de tus mejoras amigos al mismo tiempo. Pero en todo lo demás, estás bien.

Ahora a ver donde acabamos las dos en 10 años más.

Te quiero,

Tú, yo, no sé bien.

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