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Clichés que me hubieran salvado de un corazón roto

Supersticiones y consejos para las relaciones que vienen desde los tiempos de nuestras abuelas. Pero nunca pasarán de moda.

En estas épocas, las relaciones ya no son nada nuevo. Sabemos casi con exactitud todo lo que éstas abarcan: sexo, primera cita o sexo en la primera cita, y sus respectivas consecuencias.

Y es que, a pesar de vivir en el tiempo más liberal para ambos géneros, existen creencias de días en los que (al menos nosotras) no gozábamos de la misma libertad que ahora. Creencias que, no obstante, aún tienen cierta veracidad. O cuando menos, en mi experiencia, la han tenido.

Por ejemplo:

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No tomar la iniciativa

Muchas veces he escuchado eso de no ser el primero que escribe o el primero que llama, o incluso tardarse un poco antes de contestar. Estoy en contra en algunos casos y a favor en muchos otros.

Porque el secreto de la iniciativa es siempre ser (muy) sutil. Algo en lo que, cuando tuve la experiencia, fracasé.

Como muchas mujeres, me gustaba un tipo con quien no tenía mucho contacto. Así que, escuchando a mis amigas, me atreví a ir directo hasta él a decirle las cosas claras: “Me llevas gustando hace tiempo y he venido a invitarte a salir.” Y, como se diría en Chicas pesadas, un suicidio social.

Insisto: el secreto de una iniciativa exitosa es ser muy sutil. Eso o resguardarse a hacer clic con alguien más, algo que se sienta mutuo y que no se te quede viendo raro cuando seas honesta.

Hacerse la difícil

Hace un tiempo, me embobé por un chico casi de mi edad. Lo miraba por los pasillos cual clásica comedia americana, hasta que él me volteó a ver a mí. Y me sentía tan emocionada que todo el tiempo le hablaba y lo buscaba, pero poco a poco comencé a notar que entre más lo buscara, él menos me buscaba a mí. Es más, incluso parecía que huía.

Traté de dejarlo por la paz un tiempo. Pero, de inmediato, él me buscaba a mí. Era como si entre menos yo mostrara interés en él, él más interés mostraba en mí. Y, a pesar de que no considero que sea sana una relación en la que tengas que escatimar en el interés que le muestras a tu pareja, de algo me hubiera servido no abrirme tan pronto con él. Al menos no en un ámbito más que sólo de atracción.

“Si así fue con su novia, así será contigo.”

Llevaba un tiempo interesada en un hombre que tenía novia, a pesar de sentirlo incorrecto. Una mera atracción que, dadas las circunstancias, dudé que se convirtiera en algo más.

Pero, para mi sorpresa, ocurrió. Finalmente, él era un hombre libre. Libre para, bueno, comenzar una relación conmigo casi de inmediato, que fue como pasó. Era como si yo fuera la causa de que hubieran terminado.

Tiempo después, llegó un mensaje a mi teléfono. Y esperé que fuera de mi compañía telefónica, de algún amigo o de mi padre, pero no. Era de mi entonces novio: me dejaba porque estaba enamorado de otra chica.

Y un poco más de tiempo después a la ruptura, me topé con la ex novia. Compartimos un café muy cordial en el que incluso comparamos mensajes de texto de ruptura del mismo hombre.

Darle celos

Irónicamente, este cliché también me salvó de cometer la completa locura de enamorarme de un muy buen amigo. Un muy buen amigo que casualmente sería llamado un mujeriego.

Como amigos, éramos excelentes. Sin embargo, como algo más, lo hubiésemos arruinado.

Y este cliché me salvó de cometer esa tontería justamente porque era la técnica que él aplicaba. Sutilmente, intentaba hacerme sentir insegura de la posible, tentativa u optativa relación que pudiera existir entre nosotros, y eso no debería de ser la base para ninguna.

Las “amiguitas”

En la época de las redes sociales, muy pocas mujeres son las que se salvan de estar al pendiente de las redes sociales de su novio o, bien, casi novio. Pero aunque a veces los celos sean considerados como algo obsesivo o excesivo, en mi caso, me hubieran salvado de poco.

Tuve un compañero sentimental, por llamarlo de alguna manera, que hablaba mucho con su amiga. Y, a pesar de intentar ser sensata y pensar que realmente era sólo su amiga, tuve la experiencia de verlos juntos (mientras él y yo seguíamos juntos) tiempo después.

Y es que aunque los celos no deberían dirigir una relación, creo que tampoco deberían tener una razón para existir en la misma.

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