Amanece sin ti y sin que suene el despertador, siento frío, no importa si llueve, si está nublado o es verano.
Miro a través de mi ventana e imagino el nuevo comienzo.
A veces lo sueño desde temprano con los ojos abiertos, otras a media mañana cuando ya descubrí colores en el cielo, cuando ya recibí un mensaje tuyo, una llamada, o nada.
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Mi jornada transcurre, a veces quisiera pararla o cambiarla.
Dibujo las variables en mi mente, hay ganas y también murallas.
Por la tarde acomodo sentimientos, reviso convicciones, limpio telarañas, se me atraviesan poemas, canciones o nada.
Busco con cuidado los motivos, los repaso, los abrazo y sonrío.
Converso con mis dudas, las sacudo, las calmo y una lágrima se convierte en infinito.
Te pienso, que estás en otros lados presente y sin embargo no te tienen.
Yo creo tenerte, porque me lo dices, porque a veces lo siento, pero estás lejos o ausente y entonces admito la realidad de tampoco tenerte.
¿De quién eres? ¿A dónde perteneces? Quisiera correr a buscarte entre los espacios donde te pierdes.
La noche me ensordece, volteo hacia la luna, escucho tus latidos, me gusta creer que es el viento quien me los ha traído.
Me amarro a las raíces, las plantadas por los dos, le susurro a mi almohada que te amo y suspiro quedito.
Duermo, no bien del todo, mis madrugadas tropiezan con tus insomnios, doy vueltas en la cama, y mi alma no se calla, me parece platica con tus demonios.
Por fin se cansa y encuentra la calma. Vuelvo a sentir frío. Un día más que no estás conmigo.