Me tocó escuchar una historia tan linda pero al mismo tiempo tan triste…
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Llegó a mi consulta una mujer que venía muy angustiada. Comenzó de a poco a contar que había tomado una gran decisión: dejar ir al hombre que amaba y optar por sus hijos y marido.
En todo su relato ella lloró mucho y profundamente. Yo me daba cuenta de que sus lágrimas eran de una gran pérdida, pero al mismo tiempo de gran alivio.
Aquí me quiero detener. Pensemos en la película Los puentes de Madison.
Ese momento en que la protagonista pone sus manos en la manilla de la puerta y está a punto de bajarse y correr con el gran amor de su vida… Ese hombre que en tan sólo unas breves semanas la hizo sentir, querer y darse cuenta que ella aún vivía como mujer.
Pero les plantearé la pregunta del millón. ¿Cuánto nos duraría esto? ¿Semanas, meses, uno o dos años? ¿Y después?
En cambio el marido y los hijos ya son nuestra historia, nuestras vidas por muy fomes y tediosas que nos sintamos.
En la vida vamos a tener muchas oportunidades de vivir situaciones similares a las que vive esta persona de quien les hablo, pensamos que al dejar ir ese gran amor, la vida concluye y en cierta forma una parte de nosotras agoniza un poco.
No es así, acá entra un factor no menor que nos acompaña y contiene siempre: el tiempo.
Pasan el día y la noche, continuamos respirando y nuestros cables a tierra son nuestros hijos y maridos, están con nosotras queriéndonos sin condición alguna.
No perdemos un gran amor, ya que éste siempre será historia en nuestras mentes y recuerdos, y estará sólo para nosotras en el baúl de nuestra esencia femenina.
Qué difícil sería todo si el tiempo no avanzara, pero tenemos esa gran oportunidad, lo que vivimos hoy será un recuerdo del mañana y así sucesivamente.
Cuando nos sintamos tristes y con pena no olvidemos a quien se sienta al lado de nosotras para darnos su mano y levantarnos nuevamente, el tiempo.
Después de que mi paciente lloró todo lo que pudo me dijo: “Qué alivio más grande, ya empieza a pasar”.
Entre las dos llegamos a la conclusión de que ella no salía sola, el tiempo caminaba a su lado para ayudarla a cerrar su pena, pero no para olvidar.
Las cosas que pasan en nuestras vidas siempre tienen un significado. El tiempo es quien nos da las respuestas.