Por qué no es tan bueno disculparse todo el tiempo

Me di cuenta de que he conocido a muchas personas en mi vida que piden perdón todo el tiempo. Se disculpan por llegar, por irse, por no ir y por querer ir.

Obviamente, sabemos que si hacemos mal a alguien o nos equivocamos, debemos decir que lo sentimos; así es como nuestros padres y la sociedad nos dicen que se debe actuar.

Pero, ¿qué pasa cuando pedir perdón se vuelve algo que no puedes controlar? Muchas veces decimos que sentimos algo para no entrar en conflictos mayores; preferimos ser nosotros los que agachemos la cabeza para terminar con la discusión o problema.

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Sin embargo, cuando pides perdón por cada cosa que consideras que estás haciendo mal, estás prácticamente, pidiendo perdón por ser y por vivir. Disculparse se puede convertir en una adicción, y también, te puede volver preso de ti mismo.

El exceso de perdón tiene mucho que ver con la inseguridad; las personas inseguras prefieren pedir perdón antes de recibir críticas o de que alguien los trate mal, ya que eso los haría confirmar que valen tan poco como ellos mismos creen.

No necesitas disculparte tanto por todo, si te equivocas discúlpate, pero también equivócate más seguido. Sólo así te darás cuenta de que el perdón se usa en ciertas situaciones importantes y no como una filosofía de vida.