Cuando estamos en verano, nos exponemos al sol, a altas temperaturas, al mar y el cloro de las piscinas. Todo esto puede nutrir nuestro estado de ánimo, pero desnutrir nuestro cabello y es muy importante que le prestemos la atención y cuidado que necesita.
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Lo mismo ocurre en invierno; aunque es el otro extremo, el cabello de todas formas se reseca, pierde brillo y está más propenso a desarrollar frizz y a quebrarse con más facilidad.
Las estaciones medias como la primavera y el otoño son los mejores momentos para aplicar tratamientos preventivos que prepararán nuestro cabello para las temperaturas más extremas.
Podemos comenzar por aplicar mascarillas caseras que no requieren de un gran gasto de dinero, pero que sí nos proporcionarán un cabello brillante y saludable. Antes de que empiece el invierno, podemos aplicar aceite de coco dos o tres veces por semana para sellar las puntas y evitar el frizz.
Otro elemento importante es que hagamos el esfuerzo de no abusar del secador de pelo o la plancha alisadora mientras podamos. Si las temperaturas no son tan bajas todavía, deja que tu pelo se seque al natural y así conservarás los aceites naturales de tu cuero cabelludo.
En el caso del verano, la protección es clave. Así como cuidas tu piel de los rayos solares, también debes hacerlo con tu cabello. Existen muchos productos capilares que incluyen factor de protección, y que ayudarán a que tu pelo no se resienta tanto con los calores extremos.
Es muy importante también que complementemos todos estos cuidados con un estilo de vida sano y una alimentación nutritiva. No hay que olvidar que la salud se refleja en el cabello y la piel; si no estamos cuidándonos, es probable que nuestro pelo se vea opaco y débil.