Todos deberíamos tener un lugar favorito

Todos deberíamos tener un lugar al que podamos ir las veces que queramos y encontrar algo de alivio para cualquier situación. Hablo de un espacio que puede ser desde tu casa, tu recámara, algún café, una ciudad, la casa de un amigo, etc., pero en el que puedas ser, hacer, decir y sentir lo que quieras sin culpa para después encontrar algo que te haga regresar al lugar de siempre súper armado y completo.

El mío se llama San Miguel de Allende y está en Guanajuato, México. Es bellísimo, de hecho les puedo decir mil cosas maravillosas sobre éste pueblito que me tiene enamorada desde hace más de 4 años. Lo descubrí y ya no puedo estar lejos de él. Pero la idea es -más bien- explicarles lo que representa “ese lugar.

La importancia de encontrarlo radica en la capacidad de conectarte con él y al mismo tiempo hacer un match con el feeling que te acompañe en ese momento. Por ejemplo, si estoy triste sé que ahí voy a llorar, maldecir y más, sin que nadie me vea raro ni feo porque además ¡nadie me conoce! (es una maravilla), pero lo más importante, es que después de llorar y maldecir, algo va a surgir de la nada que me va a hacer olvidar esa pena y reincorporarme de nuevo.

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¿Cómo elegí mi lugar?

Me di cuenta de que estaba en “ese lugar” cuando me acordé que ya me había olvidado de todo. Sí…suena raro pero es verdad. San Miguel me envolvió en su colorido ambiente, en su gente, en su gastronomía y en todos los rinconcitos divinos que recorrí y en la gente que conocí, que además ahora puedo decir son buenos amigos.

Cada vez que estoy ahí, es como un abrazo al corazón, como cuando vas por la calle y un desconocido te sonríe sin razón. Así fue, la misma sensación levanta-ánimo y llena de pila. Además de toda la hermosa compañía, las atenciones y más.

Cuando encuentres ese lugar, se convertirá en tu apapacho, tu rincón y una distracción maravillosa y completa al que podrás regresar cuando quieras, sola o acompañada, pero siempre segura de que lo único que encontrarás ahí será calidez, sonrisas, buena vibra, gente hermosa, silencios (si son necesarios), paisajes impresionantes y sobre todo, un espacio siempre listo para ti y todas tus emociones y todos los aventureros/as que quieran acompañarte.