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El aislamiento como algo necesario

Busca ese momento en el que puedas tener más claridad para actuar.

No es que nos mostremos indiferentes ante lo que sucede en nuestro entorno. Se trata de buscar todo el tiempo la calma porque la vas a perder muchas veces. Definitivamente parece ilógico que les escriba sobre mantener la calma cuando yo soy la primera en ponerme como loca cuando algo me angustia o me estresa, pero créanme cuando les digo que puedo reconocer cuando estoy a punto de perder el control y dar un pasito hacia atrás.

Hay 3 verdades simplísimas que me ayudan cuando pasa algo que me pone tensa:

  1. No soy el Dalai Lama.
  2. Sólo puedo tener control sobre mí.
  3. Si puedo sentir, entonces puedo hacer.

Para poder hacer verdadera conciencia sobre estos tres puntos básicos, lo primero que tengo que hacer es correr a mi rincón, alejarme del problema y aislarme. Para llegar ahí no necesariamente tiene que pasar lo peor, incluso puedo hacerlo a manera de hábito.

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No debemos confundir el aislamiento con la indiferencia. La indiferencia es dejar de buscar la solución y darle la vuelta al asunto. En cambio, el aislamiento es una breve pausa que debe tener la intención de regresar para resolver.

Por ejemplo, durante una discusión con tu mamá, tu novio, tu jefe o tu mejor amiga, lo mejor es parar y buscar un espacio que pueda darte mayor claridad. Sólo la vas a encontrar cuando te ubicas fuera del problema, nunca mientras estás adentro.

Otro caso en donde aislarte es necesario, es cuando estás a punto de tomar una decisión importante. Es obvio que estás recibiendo opiniones de todos lados, tanto que hasta terminas más confundida. No es justo molestarte con las personas que están cerca de ti, pero tampoco lo es que ignores a tu sentido común.

A veces, sin razón aparente, aislarte se convierte en una necesidad solamente para reencontrarte con tus pensamientos y con algo de silencio. Si durante tu día estuviste en ambientes con mucho ruido o atendiste a demasiadas personas, seguramente dejaste de escuchar tu voz interior.

Para aislarte no necesitas la aprobación de absolutamente nadie, puedes hacerlo en el momento que tú quieras, pero es importante que lo hagas sola y en un lugar tranquilo.

Existen varias técnicas que, durante un momento de aislamiento, pueden ayudarte a mantener tu mente en calma, como concentrarte en tu respiración, en tus pensamientos o en tu cuerpo físico. Una vez que empiezas a dominar el hecho de permanecer en silencio y sola, entonces puedes comenzar con una breve meditación de 20 minutos.

La idea es aprovechar esos espacios lo más posible para que realmente tengan sentido y al final puedas regresar con una que otra respuesta. Acércate con personas que ya tengan experiencia en este tipo de prácticas y descubre cuál es la mejor para ti.

Independientemente de ello, la próxima vez que necesites un “tiempo fuera”, tómatelo sin reservas y verás cómo las cosas cambian de rumbo siempre para algo positivo.

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