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La aventura de Tinder

Siendo honesta, no buscaba ningún tipo de relación o algo así, simplemente la curiosidad de saber sobre qué trata toda esta historia.

De donde provengo, las relaciones en línea, los sitios para conocer personas y chatear con extraños en alguna red social todavía parece ser un tabú. Muchos creen que “buscar amigos” es sinónimo de estar desesperado y no tener amigos en la vida real. Sí, así es de donde provengo.

Así como hice el experimento de los 30 días conmigo, se me ocurrió un día probar Tinder, la famosa aplicación que escuchaba en todos lados del ciberespacio.

Siendo honesta, no buscaba ningún tipo de relación o algo así, simplemente la curiosidad de saber sobre qué trata toda esta historia. Descargué la aplicación y comencé a crear mi perfil.

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Me asustó un poco que tuviera que conectarlo con Facebook, ya que todo esto sólo era mi pequeña exploración, así que me aseguré que no tuviera conexión con mi página y luego proseguí.

Escogí tres selfies y escribí sin mucho empeño en mi biografía, luego configuré mis especificaciones de búsqueda y comencé “la verdadera aventura de Tinder”.

A medida que iba haciendo swipe (descartando o dando “me gusta”) me encontré con muchas sorpresas y personas bastante peculiares.

Vi al típico hijo de mami y papi que hace deportes extremos y lo captura todo con su GoPro mientras tiene una biografía en la que se llama a sí mismo “amante de la vida y pasarla bien”, también vi a otros que creo que no saben para qué sirve la aplicación, porque se veían bastante felices en su foto de perfil con sus novias –y uno hasta con su esposa-.

Los extranjeros que andan surfeando en las playas de mi país tampoco podían faltar y no puedo dejar atrás a los que nos quieren hacer saber a todos que van al gimnasio.

Encontré muchos músicos, almas bohemias, bilingües con biografías en inglés, religiosos, amantes de las buenas conversaciones y hasta a un papá con un bebe.

Pero mi parte favorita de esta búsqueda fue encontrarme con gente de mi universidad que jamás imaginé que vería en estos rumbos. Luego de reírme de las biografías o fotos, descartaba y mi curiosidad por ver qué tipo de personaje me encontraría después aumentaba más.

Admito que si dejé ir algunos “me gusta” a ciertos tipos guapos, y al parecer mi selfie estaba bien tomada, porque hicimos match.

Minutos después recibí una notificación diciéndome que tenía un mensaje de mi conquista, y en lugar de emocionarme lo primero que pensé fue: ¿Qué tan descortés sería decirle que estoy usando Tinder por un experimento que quería hacer para mi artículo? Pero regresé a la realidad y solo respondí con un “hola”.

Otros tipos con los que fuimos compatibles también me escribieron, y usualmente me preguntaban “¿saldrás ahora en la noche?” o “¿tienes planes para este viernes?” y orgullosamente les respondía que estaba en mi casa frente a mi televisor tal cual abuelita. Luego llegaron algunos piropos trillados que me hicieron dar unmatch inmediatamente.

Después de 3 días, admito que me gustó hablar con uno de ellos y ahora somos “ciberamigos” que discutimos libros, pinturas del impresionismo y realismo mientras le explico sobre autores y sus movimientos literarios, pero aun así no tengo intenciones todavía de conocerlo en persona.

En mi cuarto día con la aplicación, me di cuenta que no somos compatibles y cerré mi perfil. La idea de salir con algún extraño no se me hace lo más atractivo del mundo y entre ir a una “cita a ciegas” o ver un maratón de Sex and The City, creo que preferiría el maratón y de paso pediría una orden de tacos al pastor y una Coca Cola.

En cuanto al “match” interesante…no perdimos el contacto (esto pasa si cierras tu cuenta) y probablemente les cuente si lo llego a conocer un día en algún otro artículo.

¿Ya han utilizado Tinder? ¿Qué les ha parecido esta experiencia?

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