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Sencillos pasos para convivir con tu pareja, ¡y no morir en el intento!

La convivencia no es sencilla y te das cuenta cuando ves la ropa tirada, la cocina sucia, los platos sin lavar y un largo etcétera que sólo provoca discusiones.

Vivir con tu pareja es un gran paso en la relación. El sólo hecho de imaginar que vas a compartir el diario vivir con el amor de tu vida, puede ser como un paraíso eterno.

Pero luego de soñar, aterrizas. Tienes que acomodar tus cosas para que pueda llegar el nuevo inquilino y cuando ya está instalado, te das cuenta de que su desorden es lo más parecido al huracán Katrina, y tú eres la única damnificada esperando a que sea algo pasajero. Pero no lo es.

¿Cómo puede usar tantas toallas y dejarlas todas mojadas? ¿Cómo puede mantener  un cerro de platos sucios por dos días? ¿Por qué no puede reponer el papel higiénico si se da cuenta de que ya se acabó?

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Si alguna vez le has dicho esto a tu pareja, puede que te sientas como la “bruja” o la “mamá” de la relación. Sientes que tu lindo y tranquilo hogar se convierte lentamente en un vertedero; entonces es hora de hacer cambios para que tu pareja tome la iniciativa y puedan recobrar el amor perdido entre tanta discusión.

Todo de a dos

Le has dicho hasta el cansancio que lave los platos y ollas sucias. Mientras tanto, se mantienen en el lavaplatos esperando a que alguien se acuerde de ellos y los limpie. Y  lo peor, es que se suman más y más a la pandilla de los utensilios para comer.

Solución: Si son dos personas que viven en un mismo techo, ¿por qué tienen ocho platos, ocho tazas, diez ollas y una colección completa de vasos y copas? Guarden todo lo que no usan y coloquen en su cocina dos platos, dos tenedores, dos cuchillos, dos tazas, etc., y así la carga de lavado será más liviana.

Lo mismo se aplica con las toallas. En el caso de que tengan invitados, usen los utensilios precisos y laven entre los dos. Uno lava mientras el otro seca y guarda.

Cada cosa en su lugar

No hay nada más estresante que llegar a tu hogar después de un agotador día de trabajo y encontrar la ropa sucia en cualquier parte, las llaves tiradas en el suelo, útiles de aseo personal repartidas por la casa y cosas que no sabes dónde guardarlas.

Solución: Compra algo para guardar cosas. Suena muy innecesario y un desperdicio de dinero, pero si dejas una caja para las llaves, lo más probable es que las deje ahí. Lo mismo ocurre con la ropa sucia. Busca un mueble o recipiente especial y la ropa se irá directamente a este lugar.

Para las cosas que no sabes dónde guardar, compra recipientes plásticos, bolsas organizadoras, archiveros para guardar las cuentas pagadas, etc. Para algo se inventaron estos artefactos.

La limpieza puede ser entretenida

A nadie le gusta limpiar, pero hay que hacerlo. El sólo hecho de imaginar un sábado o domingo trapeando tu casa y sacando el polvo acumulado en los muebles, en vez de estar viendo televisión, es algo que puede enfurecer a cualquiera.

Solución: Limpien la casa completa una vez por semana juntos, con música, dejando algo para comer, o puedes decirle que una vez que terminen con la limpieza, vayan a un lugar entretenido para pasar el cansancio. Si realizan la limpieza una vez por semana, no se acumulará para la siguiente y eso sí que sería agotador para ambos.

Si notas que tu pareja aún está de mal humor, le dices que lo puede hacer solo. Ahí tendrá que escoger el mal peor.

Utiliza la psicología

Le has dicho en todos los tonos que debe cambiar su actitud y la relación pende de un hilo por culpa de la convivencia. No puedes comprender que tu pareja no tenga la iniciativa para ordenar, o que por lo menos, sea considerado y no deje todo sucio y arrojado cuando se prepara una taza de café.

Solución: Si quieres hablar sobre su actitud y quieres que cambie, parte destacando sus buenas acciones. Por ejemplo, si es muy trabajador o estudioso, parte la conversación resaltando estas cualidades. Sugiérele que las aplique en el cuidado de la limpieza o en arreglar un mueble.

Siempre hay algo positivo que resaltar. Siempre.

Si la psicología no funciona… usa el humor

El dicho: “al mal tiempo, buena cara”, se puede aplicar a la perfección en este tipo de situaciones. Si aún mantiene esa actitud de que “a mí no me gusta ordenar” o te deja a ti las labores del hogar, evita decirle “tenemos que hablar” a cada instante. Tu pareja no tendrá la mejor disposición si escucha una vez más tus regaños.

Solución: Si dejó la casa desordenada, entonces dile con una pizca de humor: “hoy llegué a la casa y no sé por qué creo que pasó un tifón o una tormenta que dejó todo desordenadao ¿Tú sabes lo que pasó?”.

Al menos, se va a reír, pero después de eso reflexionará sobre su actitud y puede que ordene sus cosas. Dale tiempo y verás que tarde o temprano deberá enfrentar la realidad: nadie puede salir airoso después de una discusión sobre quién no ordenó su propia ropa.

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