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Malala: la leyenda para las futuras generaciones

La historia de la joven activista relatada en un documental logra transmitir la lucha que todos debemos continuar.

Él me nombró Malala es el documental que se estrenó recientemente en los cines. Narra la historia de la joven y valiente Malala Yousafzai, que arriesgó su vida por cobrar un derecho tan básico y utópico para Pakistán, la educación para las mujeres.

La película arranca con una hermosa animación cuya técnica simula una pintura de acuarela. En ella cuenta la leyenda de la pequeña heroína Malalai que motivó al ejército de su pueblo afgano que desfallecía en el campo de batalla contra los británicos.

Su padre, Ziauddin Yousafzai, la nombró Malala en honor a esta leyenda, sin saber que en el futuro se iba a convertir en la galardonada más joven de la historia con el prestigioso Premio Nobel de la Paz 2014.

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El emotivo largometraje se centra en la importancia de la educación, en especial para las mujeres; el respeto a los derechos humanos; y la igualdad de género. Una realidad increíble para muchos países con mujeres analfabetas, donde la madre de Malala es el más claro ejemplo.

Llama la atención cómo Malala logró interesarse en temas tan controversiales para su edad. El que su padre, un profesor de vocación haya sido una figura potente que siempre luchó por las injusticias contra el duro régimen talibán, puede explicar su motivación.

A tal punto que éste se sentía culpable por no haberla detenido en su lucha, ya que era sólo una niña de 15 años que intentaron asesinar junto a sus dos compañeras cuando iban en un autobús camino a la escuela.

Es que la orden del grupo talibán era clara: No está permitido que las niñas acudan a la escuela. Por eso, con el fin de aleccionar a la población, realizaron varios atentados y dinamitaron colegios.

Entonces Malala significaba el blanco perfecto para ellos. Recibió dos impactos de bala en la frente y en el cuello. Estuvo al borde de la muerte y fue un milagro que haya sobrevivido. Aunque quedó con algunas secuelas como la semi paralización de su cara.

Pero a ella no le importó. De hecho no siente rencor alguno por sus atacantes, sólo lamenta que no podrá volver a su amada tierra natal.

Aquí es donde el documental de David Guggenheim muestra un giro en la familia de Malala. Se radicaron en Inglaterra, viviendo como occidentales y dejando de lado sus rituales y costumbres.

No les quedó otra opción que adaptarse al cambio. El choque cultural al que se enfrentaron Malala, su madre, su padre y sus dos hermanos, se refleja cuando navegan a través de un iPad, ven la película de los Minions y buscan imágenes en Google.

También, a través del humor constante presente en el film, se puede conocer la intimidad familiar y las personalidades de cada uno que reflejan los fuertes lazos que los unen.

Es una película totalmente recomendable que te hace reflexionar sobre el mundo en que estamos viviendo. A propósito de los últimos atentados, la situación de los refugiados y los grupos religiosos extremistas.

La historia de Malala (18) jamás deja de sorprender; resulta llamativo su don de la oratoria, su inteligencia, su interés por aprender y su discurso que logra representar los derechos de todas las mujeres del mundo. Eso la convierte en un ejemplo a seguir para las generaciones venideras.

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