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¿Respirar aire contaminado engorda?

Estudios indican que las pequeñas partículas del aire, sobre todo en las grandes ciudades, contribuyen al aumento de peso y a enfermedades asociadas.

Aunque parezca increíble, algunos estudios señalan que las partículas del aire contaminado pueden contribuir a desarrollar obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.

El humo de los tubos de escape y de los cigarrillos son los culpables, debido a que sus partículas pueden irritar los pulmones y desatar inflamaciones en el organismo, disminuyendo su capacidad de quemar calorías.

Pero, no sólo afecta a los pulmones, sino que también a otros órganos, provocando el desarrollo de enfermedades graves y afecciones respiratorias asociadas al smog.

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El peso de las personas está directamente relacionado al lugar en que viven y al nivel de contaminación, siendo las ciudades grandes las que presentan la mayor amenaza.

El efecto de la contaminación sobre el organismo se muestra en las pruebas con ratones que realizó el investigador Qinghua Sun en la Universidad del Estado de Ohio en Estados Unidos.

Crió ratones bajo las mismas condiciones en que se encuentran los habitantes de diversas ciudades. A algunos de estos animales se les proporcionó aire limpio y filtrado, en cambio a otros se les expuso al aire emanado de los tubos de escape.

Luego de 10 semanas de evaluación, se logró demostrar una diferencia considerable de peso entre ambos grupos. Los ratones expuestos al aire contaminado alcanzaron un 20% más de grasa en sus órganos internos y el volumen de su barriga aumentó. También se volvieron menos sensibles a la insulina, que significa el primer paso hacia la diabetes.

Las responsables de este aumento de peso y grasa corporal son las minúsculas partículas de menos de 2,5 micrómetros de ancho, que están presenten en el humo del cigarrillo y en el tubo de escape de los vehículos.

Al inhalar aire, dichas partículas irritan los receptáculos que permiten al oxígeno pasar hacia el flujo sanguíneo, lo que provoca que se acelere el sistema nervioso y se reduzca la potencia de la insulina impidiendo que el cuerpo controle los niveles de azúcar en la sangre. Además, de intervenir en las hormonas y la zona del cerebro que regulan el apetito.

Todo ese desequilibrio conduce a desórdenes metabólicos que dan paso a las enfermedades nombradas anteriormente.

Este hallazgo también se puede extrapolar a los humanos, según un análisis del investigador del Servicio de Salud Pública de Ontario, Hong Chen.

Tras examinar los registros médicos de 62.000 personas de Ontario de los últimos 14 años, determinó que el riesgo de padecer diabetes aumentó un 11% por cada 10 microgramos de partícula en un metro cúbico de aire.

Por lo tanto, una realidad preocupante si se considera que en la ciudades contaminadas, como es el caso de China se duplica la probabilidad de que los niños crezcan obesos.

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