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Amar en tiempos revueltos

Estamos en un juego donde no hay espacio para dificultades o complejidades que nos gasten los megas. Lo que ves nunca es lo que es, pero es lo que hay. ¿Te gusta? Le das al “Like” ¿No?, pues delete y a por el siguiente perfil.

Al paracer, las aplicaciones para ligar o encontrar pareja han cambiado por completo las tradicionales formas de conquista.

Nuestras costumbres, cuando de “amor” se trata, habían sido siempre muy, muy formales. Seguramente porque su origen está en lo más profundo de la sociedad con manifestaciones que se han mantenido por los siglos de los siglos gracias a lo romántico y lo sagrado.

Unos ritos que van desde las tradicionales cartas de amor con perfume, hasta el siempre deseado “diamond ring”.

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Pasando por la “pedida”, el noviazgo, los compromisos y enlaces varios ante las familias, además de todas las demostraciones de amor en formato: canción, bombones, poemas o tatuajes. Y cada una de estas manifestaciones tiene (tenía) su correspondiente manera de ruptura.

Todo esto ha dado paso a un proceder donde la inmediatez manda. El deseo, la conquista, incluso la seducción se han unificado en un sólo gesto para simplificarse y aligerarse al máximo en pos del tiempo “real”, tiempo “online” donde la piedra angular es el aquí y el ahora.

“Aceptar”, “Me gustas”, “Delete” o “Vaciar”. Todo puede ocurrir tan rápido que si no estás enchufado te quedas con cara de tonta buscando algo que no existe por antiguo: una explicación.

Estamos en un juego donde no hay espacio para dificultades o complejidades que nos gasten los megas. Lo que ves nunca es lo que es, pero es lo que hay. ¿Te gusta? Le das al “Like” ¿No?, pues delete y a por el siguiente perfil.

Un mundo inventado donde todo es falso, o está filtrado, copiado o photoshopeado es por definición efímero. ¿No te gusta? No entres.

Afortunadamente, la realidad ordinaria co-existe con la otra y todo apunta a que seguirá siendo así. La virtualidad ha venido para quedarse y, sin duda, ofrece muchas ventajas… a quien sabe moverse en ella aprovechando lo mejor del sistema.

La superficialidad tiene, como todo, su lado positivo. Los sentimientos se deben entender en la misma clave que Twitter; se superponen a toda velocidad y lo que empieza con ingenio acaba en el más puro insulto en pocos caracteres.

La gente salta de seguirte a bloquearte, de ser fan a troll. Y todo es lo más autoreferente del mundo, a la vez que nada es personal. Así que no te lo tomes a mal.

No hace falta que te subas a este ring si no quieres, pero si te conectas a la red buscando amor, más vale que tengas algo más que un buen firewall.

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