Cada uno de nosotros está en este mundo para buscar su propia felicidad y para tener la capacidad de decidir qué le afecta y que no. También estamos para decidir qué tipos de amigos queremos, y poder compartir con ellos nuestras alegrías y nuestros malos momentos.
Lastimosamente, la vida no es como en las redes sociales, que con un clic en el botón de bloquear automáticamente desaparece esa persona, y en muchas ocasiones, diariamente tenemos que convivir con ellos por diferentes motivos.
Somos humanos y muchas veces es casi imposible hacer caso omiso a sus comentarios o intentos de humillarnos, pero en nosotros está la decisión de convertirnos en uno más de ellos o en seguir nuestro día como si nada hubiese pasado.
Recomendados
¿Problemas con las finanzas? Es posible que tengas dismorfia del dinero y así la puedes superar
La misión de Verónica Granda: Empoderar a través del conocimiento
Caso SEK: Abogada pide transformaciones en las Juntas de Protección de Derechos para evitar más víctimas
¿Los verdaderos jueces? Un estudio revela la influencia de los peludos en nuestras relaciones amorosas
¿Qué podemos hacer para no contagiarnos de las vibras de este tipo de personas?
Ignorarlos.
Una simple palabra resume todo.
No es fácil, en especial cuando escuchamos que constantemente hablan mal de los demás a sus espaldas, que se burlan de características de otros o tratan de pisotearnos.
Muchos de ellos lo hacen porque buscan la atención que en sus hogares o cuando estaban jóvenes no recibieron en sus colegios. Son personas que creen que estando “arriba de otros” serán admirados y tendrán gente a su alrededor.
El ignorar no nos hace débiles, sometidos o inseguros, al contrario, es la forma de decir “No, no soy como tú”.
Ojo, que el ignorar tampoco significa dejar que nos falten el respeto. Hay que dejar claro que así como respetamos a ellos, deben hacerlo con nosotros también.
Generalmente, este tipo de personas son adictas a la atención, y hacen como que no han escuchado cuando les pedimos que paren, pero ya saben que existe un ultimátum y que debe haber un stop.
Independientemente de la creencia religiosa que tengamos, una lección cierta es que en esta vida todo lo malo que se hace se paga, y como un boomerang todo regresa.
Es triste ver que existe gente así, cuando hay tantos motivos para ser feliz, enfocarse en las cosas buenas y crecer como seres humanos, que el tiempo para pisotear a otros no debería existir. Nosotros debemos de elegir con inteligencia, en qué tipo de vibra nos queremos convertir.