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Cuando le dije NO a textear

Era el Grinch de textear, pero me di cuenta de que no puedo estar peleada con el mundo, y aunque quisiera, no puedo volverme apática a todas las redes sociales.

Año: 2010

Hora: 1:00 pm

Cada día, después de una “cansada” mañana de clases en el colegio, esperaba ansiosamente esa hora de la tarde para sentarme en frente de mi computadora a abrir Messenger.

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Me ponía un poco nerviosa antes de ver quienes estaban conectados y si veía en línea al chico que me gustaba esperaba que apareciera la ventanita que tenía una nueva conversación.

Recuerdo que gracias a estos mensajitos hice nuevos amigos, teníamos conversaciones grupales con las niñas del colegio y tuve mi primer novio.

Todos me parecían más divertidos a través de esas ventanitas de chat, tanto así que gran parte de mi amistad con los demás estaba basada en qué tanto hablábamos.

Después pasé a usar BBM, solo que ahora mis días completos se iban en estar pegada frente a la pantalla de mi celular y viendo las notificaciones de cada contacto que cambiaba su foto o su mensaje personal.

En esta ocasión me tomé más enserio mi amistad con las personas basada en cuanto hablábamos o los emojis que usaban. Muy mal Mimi, muy mal.

Cuando hablaba con el niño que me gustaba, si usaba algún emoji de pena o coqueto, yo pensaba que era en serio y de verdad le gustaba, incluso si me escribía todos los días también.

A medida que fui creciendo –ok, el año pasado- aprendí que textear no significa absolutamente nada. O al menos para mí es así.

Sucedió que pensé que había conocido a la persona correcta, ya que en nuestras conversaciones en Whatsapp, Facebook Chat y Skype congeniábamos de la mejor manera, casi casi sentía que pronto planearía nuestra boda, sin embargo cuando vino al país, fue totalmente lo contrario. Me lastimé, pero aprendí la lección.

Por eso me volví el Grinch de textear, jamás le respondía a mis amigos o me tardaba horas en responder un simple “hola”. Varias veces se enojaron conmigo por eso. Estaba resentida y pensaba que era mejor sólo hablar en persona.

Después reflexioné, y me di cuenta que no puedo estar peleada con el mundo, y aunque quisiera, no puedo volverme apática a todas las redes sociales y formas de comunicarme, sin embargo, ahora no es una parte esencial de mi vida como lo era antes.

Soy de las que prefiere ir por un café o a comer y tener una buena conversación, y con los amigos que están en otro país, me encanta hablar por Skype.

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