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Ser más humanos o ¡Volver a ser hombres!

Una columna sobre la nueva conciencia y la destrucción de los roles y estereotipos masculinos retrógrados en la sociedad moderna.

Caminaba por estación del Metro Baquedano y choqué con una publicidad de desodorante gigante donde hombres muestran sus músculos y sudores mientras ponen cara de ira. El slogan es “¡Volvamos a ser hombres!”, lo mismo que Old Spice y todos los de AXE.

Hace un tiempo que vengo observando el comportamiento de los hombres a mi alrededor y en general, lo que vemos en la TV, la publicidad, el cine, en la calle… en fin. Todo está cambiando y no hay manera de evitarlo ni detenerlo.

Las mujeres ya tenemos nuestra propia revolución en la cual trabajamos a diario juntas y/o individualmente, comenzamos a comprender lo que somos y lo que queremos ser, estamos en la búsqueda del equilibrio y empoderamiento hace cientos de años para transformar la realidad añeja bajo la cual nos regíamos social e internamente. Vamos camino a una transformación trascendental y absoluta. Una evolución, diría yo.

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Pero, de acuerdo a lo que vengo observando, me he dado cuenta que en este camino de alguna forma, incluso naturalmente, nos alejamos en parte de los hombres, quisimos diferenciarnos, buscar nuestra propia esencia u origen. Ha sido un camino de introspección, reconocimiento y valoración profunda. Es evidente que nos hemos aislado bastante en esta búsqueda. Y es increíble ver cómo esto también ha golpeado a los hombres en sus propios cuestionamientos.

A lo largo de la historia humana los hombres -hablo en general, no en particular- han jugado un papel claro en la sociedad; han sido grandes proveedores de las familias, científicos, empresarios, políticos, etc. No se puede negar su trabajo, aunque sabemos que muchos de los cánceres de la vida moderna se deben a la corrupción humanitaria gestada durante todo este tiempo.

Sin embrago, muchos de los hombres del pasado utilizaron todas sus fuerzas en el proveer, esto los obligó a abandonarse en la tarea diaria. Dejando de cultivar su espíritu y rompiéndose el lomo durante generaciones. Eso debemos valorarlo, abrazar el sacrificio de nuestros antepasados y agradecerles. Tanto hombres como mujeres han sido oprimidos por más de 2000 años. Todos hemos vivido la misma historia.

La diferencia es que hoy estamos frente a una nueva conciencia. Nuestros compañeros hombres se ven enfrentados a sí mismos buscando en lo más profundo qué es lo que en realidad quieren hacer con sus vidas, qué experiencias quieren vivir, hacia dónde van. Antes esto se presentaba más comúnmente en la “Crisis de los 40”, años en los que divorciarse es la tendencia, en los que comprar un deportivo o una moto es una ley y en que las tinturas de cabello en ellos se muestran más patéticas que mujeres rogando por amor.

Ahora es distinto, noto que a toda edad existe un nuevo cuestionamiento de los hombres sobre su masculinidad, sobre su rol, sobre su papel en la sociedad. Si agudizamos el ojo podremos ver como este tipo de “crisis existencial” se ve reflejada en lo más trivial ya que su inconsciente les está gritando que ¡haya una redefinición urgente! 

Algo hizo clic en mi mente y he estado pensando que debo decirles a las y los lectores que no tengan miedo de estos cuestionamientos. El llamado de la publicidad a “¡Volver a ser hombres!” no se trata de una obligación violenta como la muestran, sino más bien de una unidad entre sus sentimientos, intereses, valores, contexto, etc. Volver a ser hombre no es ser musculoso, golpear más fuerte, salir a cazar presas o mujeres. Volver a ser hombres, creo profundamente, que se trata de oír lo que su interior les dice sin juzgarse ni sucumbir a los estereotipos de esta sociedad enferma.

Chicos, no cabe duda, en el mundo que vivimos hoy pueden ser fuertes y/o débiles, sensibles, pueden llorar, pueden ser dueños de casa, pueden ser súper gerentes,  pueden tejer, pueden ser héterosexuales, gays, transexuales, transformistas, deportistas, padres, madres, activistas, lo que quieran. Ya nadie tiene derecho a juzgarlos, pero para eso ustedes deben mostrar seguridad en sí mismos y no que vivir para ser aceptados por la sociedad.

Imagino lo difícil que debe ser vivir en la realidad de un hombre, con tantas obligaciones y protocolos irrisorios. Entiendo su crisis, sus miedos. Por ejemplo, hace rato que las mujeres venimos hablando del poco interés en el compromiso que tienen, es obvio que nadie querría comprometerse si debe someterse al estricto régimen moral, “romántico” y económico que significa el matrimonio en lo tradicional. ¡Es insoportable! Hacerse cargo de toda una familia es una responsabilidad muy grande. Hoy en día hombres y mujeres podemos trabajar juntos, incluso comunitariamente y eso es liberador para todos. Sin embargo, imagino que son tantos los siglos en que las cosas han sido rígidas que para los hombres, en general, no ha sido fácil abrirse a una nueva realidad. Por eso la crisis. Ya no son los únicos proveedores, los únicos protectores como fue siempre. Entonces, deben estar preguntándose ¿Para qué estoy acá ahora? Esa es la pregunta más magnífica y la respuesta está en ustedes, sin presiones deben buscarla.

A las mujeres les digo que también es tiempo de incluir a nuestros compañeros, dejar de apuntarlos con el dedo y dejar de culparlos, ya que ellos, nuestros contemporáneos, también son víctimas del sistema corrupto, violento y abusador en el que vivimos. Integrémonos todos al cambio, colaboremos entre nosotros. Chicas, si algunas de nosotras tiene un trabajo interno más avanzado debe abrir la información para quienes estén buscando respuestas, sin importar su género, edad o raza.

Esta transformación y cuestionamiento afecta directamente también a los niños de hoy que serán una de las primeras generaciones que podrá escoger realmente quienes quieren ser. Es nuestra labor hacer nuestro trabajo interno, descubrir quienes somos, lo que queremos y lo que no queremos para traspasar esa seguridad a los que vienen y crear juntos un cambio de alto impacto.

Sabemos que así como estamos ya no se puede sostener una convivencia y supervivencia sana. ¡Nos estamos ahogando! Debemos hacer la transformación y a eso estamos llamados todos.

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