Moda y Belleza

Los obstáculos que aún opacan el intento de quitar los estereotipos en la moda

¿Qué nos falta? ¿Por qué las mujeres no nos sentimos cómodas con una industria que se supone está dedicada a nosotras?

Quedan pocos días para que termine el año 2016 y si hablamos sobre moda o belleza, hay que reconocer que hubo cambios. Si hace algunos años ya se estaba hablando sobre lo rígidos que son los parámetros para las modelos, ahora pudimos ver esa protesta en acción.

Varias modelos de “talla grande” ocuparon las portadas de las revistas más famosas de la industria, y una de las más comentadas, fue la protagonizada por la bella Ashley Graham para Vogue.

Ustedes podrán preguntarse cuál es la queja aquí. La verdad, es que nos alegra profundamente que las revistas “se la jueguen” por las modelos que tienen cuerpos que se acercan al promedio de las mujeres del mundo, sin embargo, la moda aún está mal acostumbrada, vive de extremos.

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Si es una modelo de Alta Costura, para un gran diseñador, debe ser delgadísima, no hay otra opción. Si es una modelo de “talla grande”, debe ser grande, tener un poco de sobre peso para hacer el contraste.

¿Y qué pasa con las mujeres normales? Aquellas que no tienen desnutrición, que comen sano, que se ejercitan por placer, que están en su peso ideal según su contextura. ¿Por qué no hay espacio para ellas? 

Además, en relación a las facciones, ¿es posible que una mujer de rasgos comunes —labios normales, nariz más grande, color de pelo natural, dientes no perfectos— tenga la posibilidad de convertirse en icono de belleza?

Ahí es cuando la moda le dice a las mujeres: “Hey, no sueñen tanto, ya les dimos la opción de no tener el cuerpo perfecto, pero la cara tiene que ser linda, armónica, de rasgos finos, debe serlo”. Injusto, ¿no?

Además de todas las demás deudas que tiene la industria de la moda y la belleza con las mujeres; como terminar con el racismo, la discriminación por edad, la esclavitud por el peso, mostrar en las pasarelas ropa para mujeres en tallas que corresponden a niñas de 15 años (edad promedio de las modelos), queda mucho por hacer.

Lamentablemente, el negocio de la moda mueve billones de dólares y difícilmente, se producirán cambios profundos que puedan arriesgar esas cifras. Lo mismo con la industria de la belleza, que se alimenta de la inseguridad de mujeres y hombres.

Sin embargo, la demanda tiene que ver con las necesidades y si nosotras mismas planteamos las que consideramos adecuadas, el mercado tendrá que comenzar a adaptarse. Hablemos de esto, cuestionemos lo que vemos y no creamos todo lo que se nos propone, o impone.

Ser modelo o rostro de una marca no es un sueño común; hay un porcentaje enorme de mujeres que prefieren sentirse hermosas y realizadas tal como son, sin ver su cara en una revista. No lo necesitan, no lo anhelan.

Sin embargo, es importante que se envíen los mensajes correctos, sobre todo por las niñas y jóvenes que construyen su identidad mirando esta belleza idílica, poco realista y que establece que las mujeres son desechables basándose en su apariencia. No somos un bien de consumo.

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