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Sobre la PSU y el futuro

“No es ningún secreto que estamos sobrepoblados de profesionales en ciertas áreas que finalmente lo único que logran es saturar el mercado con más profesionales que vacantes disponibles”.

Al igual que todos los años, la semana pasada se llevó a cabo nuevamente una nueva versión de la Prueba de Selección Universitaria (PSU).

El 28 y 29 de noviembre, miles de jóvenes se la jugaron rindiendo lo que para muchos, es el primer paso de un sueño; acceder a la educación superior.

Según los datos al Servicio de Información de Educación Superior (SIES), de Mineduc, la educación universitaria de pregrado “muestra un alza de 14,8% en los últimos cinco años, pasando de 1.015.389 matriculados en el sistema en el año 2011 a 1.165.654 en 2015.”

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Y aunque este fenómeno ha tenido un crecimiento inferior que otros años, es indudable que es una de las principales aspiraciones de las familias chilenas.

Entonces, en un país con cada vez más altos índices de escolaridad universitaria es necesario preguntarse ¿estamos frente a la única posibilidad de surgir en nuestra sociedad?

Si bien es cierto, la posibilidad de acceder a una educación universitaria hoy es mucho más sencillo que hace algunos años atrás, la discusión sobre el acceso universal sigue entrampada en varios puntos; por lo que quiero centrarme en otra arista y esa es precisamente en la educación superior como LA ÚNICA salida u opción de jóvenes para poder desarrollar lo que ellos quieren hacer en el futuro.

No es ningún secreto que estamos sobrepoblados de profesionales en ciertas áreas que finalmente lo único que logran es saturar el mercado con más profesionales que vacantes disponibles.

Según datos entregados por el INE, para este año, carreras de pregrado como Traducción e Idiomas, Derecho e Ingeniería en Prevención de Riesgos están resultando no ser una buena opción de postulación con la gran cantidad de profesionales egresados/por egresar.

Pero también se está dando otro pequeño fenómeno. Y de la mano de la llamada generación X y la generación Y (más conocidos por todos como “Millenials”) ya no todos quieren seguir una carrera profesional para “ser” algo en el futuro.

Estamos hablando de chicos que privilegian tener una satisfacción personal antes que el éxito financiero. Prefieren innovar, arriesgarse y literalmente vivir sus sueños antes de “amarrarse” para siempre en un escritorio.  Y eso suena increíble.

El problema es que no somos una nación desarrollada en donde quizá optar por una carrera como tatuador sea garante de tener una situación que permita vivir con solvencia.

De hecho, CBRE, compañía estadounidense de capital inmobiliario realizó un informe en donde básicamente desnudan a los millenials a nivel mundial, y la tendencia muestra que los jóvenes hoy se van mucho más tarde de la casa de los padres.

¿La razón? Básicamente no tienen solvencia financiera.

Es por eso que otros informes como el de Panoramas de la Sociedad 2016 desarrollado por la OCDE es preocupante. En el estudio, se revela que Chile ocupa el sexto lugar a nivel mundial con jóvenes que no trabajan ni estudian (a.k.a “Ninis”).

Eso se traduce en que  uno de cada cinco jóvenes chilenos no le dan ni a los estudios, ni al trabajo.

Dejando de lado los datos duros y razones que tengan que ver con ámbitos mucho más impredecibles e incontrolables como la pobreza o condiciones sociales, personalmente creo que una importante razón de por qué muchos jóvenes terminan prefiriendo trabajar o abandonar los estudios reside en el tipo de formación que llevamos.

Somos seres que pasamos alrededor de 14 años de educación ininterrumpida. En el momento en que cumplimos la mayoría de edad, pasamos a un tipo de educación completamente diferente. Con mucha responsabilidad a la par que libertad.

Y no todos son capaces de aguantar ese proceso.  De acuerdo al MINEDUC, el 30% de los alumnos de educación superior deserta de su carrera el primer año.  Entre las principales razones, se encuentra la incapacidad de adaptación y procesos psicológicos.

Lo que me lleva finalmente a mi punto final.

La universidad no es claramente la única opción que se tiene al momento de abordar lo que quieres hacer con tu vida adulta. Sin embargo en una nación en “vías de desarrollo” como la nuestra, sí parece ser una de las mejores opciones.

El problema reside en que arrojamos niños que no tienen mucha certeza de nada, a elegir una carrera que le han dicho, determinará su futuro.

¡Y eso es agobiante!

Estamos en una sociedad que castiga el error y que ve con malos ojos fallar una carrera.

En mi experiencia, ayudó mucho el año de tomarme un año sabático para trabajar. Para conocer el mundo real, el del trabajo, de los jefes, de la subordinación, de los horarios y de las responsabilidades.

Sólo así pude sopesar y confrontar la futura realidad cuando decidí que quería hacer. Hoy muchos chic@s no sacan un pie del liceo y ya están en la universidad y cuando salen se topan con un mundo laboral hostil. Eso desalienta a cualquiera.

Quizá haya que darse un tiempo para comprender mejor dónde están parados, sin temor a ser juzgados, ni presionados por las expectativas. Finalmente la juventud es un proceso complejo para todos.

Ya lo decía Rabindranath Tagore:

“No es tarea fácil educar jóvenes. Adiestrarlos, en cambio, es muy sencillo.”

 

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