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5 señales físicas que confirman que necesitas vacaciones (ahora)

No lo niegues más: sabes que tienes que tomarte un tiempo para recargar energías.

Imagina que estás paseando por un bosque y de pronto, te topas frente a frente con un oso gigante. Su cara es tierna, pero sus intenciones no: va a mostrar sus garras y va a atacar antes de que puedas dar un sólo paso.

Si tienes suerte, escaparás y cuando ya lo hayas perdido, vas a notar que tu cuerpo se transformó de tal forma, que pudiste sacar fuerzas para huir de este gran animal.

Luego, cuando te recuestes, seguramente tendrás un gran bajón de energía y todo eso se debe a que las sustancias químicas que produjo tu cuerpo para ayudarte a sobrevivir, ya no están en tu sangre, o al menos, no con esa misma intensidad.

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Ahora, piensa que ese bosque es tu vida y que el gran oso, es el estrés. Si bajas la guardia, estará ahí para acecharte, te mantendrá alerta, con adrenalina suficiente para que no decaigas, pero en algún momento te cansarás de llevar ese ritmo y ahí es cuando llega el real peligro.

Además de las señales obvias, como cansancio y malestar general, tu cuerpo también envía otro tipo de mensajes. Son síntomas secundarios, pero que de todas maneras deben considerarse, siempre.

Cabello más débil

Cuando nos alimentamos mal, el cabello manifiesta las consecuencias a corto plazo. Lo mismo ocurre con el estrés: cuando estás bajo tensión, tu cuerpo enfoca la energía que le queda en hacer funcionar los órganos vitales, y el cabello queda en segundo plano. Se resiente, se adelgaza y también, puede caerse más de lo normal.

Te tiritan las manos

No estás nerviosa, pero tus dedos no dejan de moverse. ¿A qué se debe? El estrés afecta tu sistema circulatorio, y como tu pulso y presión no están en equilibrio, se presentan estos temblores recurrentes.

Sientes que te puedes desmayar

Los desmayos son un mecanismo de defensa del cuerpo. Cuando estás demasiado estresada, tu organismo percibe el peligro. Se altera la presión arterial y para mantenerte viva, el cuerpo se desvanece. Es casi como un instinto animal: sólo observa a los animales más pequeños cuando están frente a su presa, tienen la alternativa de correr o “hacerse los muertos”. Esa sensación de desvanecimiento no siempre gatilla desmayos, pero eso no quiere decir que no necesites preocuparte.

Parece como si hubieras envejecido muy rápido

¿Qué es lo primero que pensamos cuando vemos a esa amiga que volvió recién de sus vacaciones? “Está radiante”. Bueno, relajarse es bueno para la mente y también, para el cuerpo. Así como brillas cuando descansas, el estrés produce el efecto contrario. Tantas horas de tensión y preocupación favorecen la inflamación y la producción de radicales libres, sustancias que justamente aceleran el envejecimiento.

Tienes ganas de comer cosas dulces todo el tiempo

Sí, puede que ames el chocolate por sobre todas las cosas, pero esa necesidad constante de azúcar no es natural. El estrés tiene directa incidencia en los niveles de azúcar en la sangre. Cuando tus niveles de cortisol (hormona del estrés) están muy altos, sientes que necesitas algo dulce para recuperarte. Una vez no importa, pero si es constante, esta necesidad puede perjudicarte.

¿Conclusión? ES HORA DE TOMAR VACACIONES.

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