Seamos sinceras: la idealización nunca funciona. ¿A quién no le pasó que se enamoró completa y platónicamente de alguien, pero en el momento de conocerlo, la desilusión fue igual o peor a pegarse en la cabeza con la lámpara?
Cuando te das cuenta de que esa persona no era lo que pensabas, o cómo imaginaste que serías tú en una relación con él o ella, se te cae el mundo. Es una sensación amarga, desagradable, que golpea justo ahí, en el ego de los soñadores.
Hay amantes platónicos que se muestran a la defensiva para ocultar su devoción: ¿el ejemplo perfecto? Helga G. Pataki. Si no la recuerdan, era esa niña con una gran y enorme ceja que odiaba a todo el mundo, menos a Arnold.
Recomendados
10 nombres rusos para niños: todos tienen mucho carácter y poderosos significados
¿Eres víctima del mal de ojo? Cómo descubrirlo y qué hacer cuando alguien quiere hacerte daño
Ana Karen Esteban, directora de Obela, enfrenta los retos en la búsqueda de la igualdad en el liderazgo
En cada capítulo de Hey Arnold!, Helga disimulaba tratando mal al “cabeza de balón” (así le decía a Arnold), pero cuando llegaba a su casa, juntaba todas las cosas que había reunido para complementar el altar escondido que había construido para admirarlo.
Ahora, el caso de Helga es exagerado, pero lo podemos adaptar a la realidad perfectamente. Puede ser que tengas una relación con ese Arnold, que el tema ya no sea platónico, pero por falta de autoestima, te rebajas e humillas a ti misma para conservar la ilusión que alimentaste por tanto tiempo.
¿Qué vas a hacer cuando te des cuenta de que tienes que actuar como alguien que realmente no eres, para conservar una relación que creías que querías? Vas a entrar en una crisis de identidad que sólo podrás solucionar dependiendo de ese hombre que idealizas. Nefasto.
Primero, ten claro que no tienes que tener un lado B como Helga para no mostrar debilidad. Puedes ser sincera y transparente. Con eso, aumentas las posibilidades de que te hieran, pero ese es el costo de relacionarte con otros seres humanos. La experiencia es la mejor protección.
Si vas a hacer un altar, haz uno de ti misma, porque te tienes que admirar a ti, antes que a otra persona. Ser Helga es doloroso, porque eres esclava de lo que aparentas.
Idealizar también es un mecanismo de defensa. No muestras tus sentimientos, no te atreves a ser auténtica, sufres en silencio y nunca logras una relación madura porque lo platónico está dentro de tu zona de confort. No te permites la felicidad.
Ese Arnold, por el que te desvives y no lo valora, no vale la pena. Si ya sabe lo que sientes por él y no está interesado, está en su derecho, pero eso no significa que tengas que cambiar tu esencia para agradarlo. ¡Next!