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#Crisisvocacional: Es mejor siempre estudiar y hacer lo que te hace feliz

El caso de un joven perdido se convirtió en trending topic cuando supimos lo que en realidad pasó.

Durante los recientes días nos sorprendimos con un mediático caso de un joven desaparecido, Benjamín Martínez Wilson (23). Tras una cruzada en la televisión, y diversas plataformas de comunicación, el protagonista de esta historia apareció sano y salvo en una comuna del sector oriente de Santiago.

Carabineros, que fue quien dio con el paradero del joven informó a la prensa que Benjamín presentaba un “estado mental perturbado”. Durante todo el día hubo información al respecto, pero fue principalmente el argumento de estar pasando por una fuerte “crisis vocacional” lo que más llamó la atención de la opinión pública.

Evidentemente, las críticas no se hicieron esperar respecto de las decisiones que el joven chileno tomó en vez de solucionar su conflicto ya que se supo que estuvo algunos días durmiendo en hoteles sin avisar a su familia.

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Podríamos debatir eternamente si está bien o mal lo que él hizo, pero nos interesa más conversar respecto de las famosas crisis vocacionales. Por si no sabías cerca del “30% de los universitarios que cursa primer año abandonará su carrera” detalla un comunicado enviado por la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

La directora de esta escuela, Carmen Gutiérrez, señala que el fenómeno de no continuar los estudios superiores es una realidad nacional e internacional, que se debe a una multiplicidad de factores. “Algunos tienen que ver con variables personales del estudiante, familiares, sociales, culturales. Otras variables implicadas, y no menos importantes, tienen que ver con las características de la casa de estudios que acoge al estudiante: cuáles son sus condiciones de operación, qué tipo de relación promueve en el vínculo profesor-estudiante, si las condiciones que promete son las que cumple, sólo por mencionar algunos”, dice.

Sin embargo, el tema es por qué alguien tendría que estudiar o no una carrera que no lo inspira. Vivimos en un mundo contemporáneo que en ciertos puntos pareciera haberse quedado en el pasado absoluto, en la ¡Edad Media! La tradición familiar, la presión y expectativas de esta sobre el futuro de las nuevas generaciones son los principales motivos por los que jóvenes son prácticamente obligados a tomar un rumbo en la vida que en realidad no desean.

Está claro que es una decisión difícil, en especial para quienes pertenecen a familias demasiado conservadoras. Pero bueno, es tu vida o la de los demás.

Gutiérrez comenta que un estudiante que suspende sus estudios, sin duda, tendrá que asumir un costo emocional. “Ello genera un impacto negativo sobre su autoestima, lo que además se aprecia en un costo emocional para la familia”.

Como dato la experta comenta que “el impacto del abandono de la educación superior dependerá de cómo el joven evalúe las causas o los factores que lo colocan en esa situación. Por ejemplo, si son modificables o no, si las puede controlar o no, o si éstas son de carácter interno o externas. También pesa en el impacto emocional el cómo se evalúe a sí mismo en esta situación. Y hay que considerar que muchas veces el impacto emocional es percibido con claridad a mediano plazo y con el tiempo”, aclara la especialista.

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