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La UC protege la vida de los que “están por nacer”, pero no la de sus propios alumnos

Yo rogué por ayuda, pero solo me la pude dar yo misma.

Izar la bandera a media asta. Por duelo. El duelo refiere a que perdimos a alguien porque ha muerto, una pérdida que no podremos recuperar. Izamos la bandera a media asta, porque la pérdida es importante.

Fui estudiante de la UC. Estuve seis años en sus aulas con la dificultad de quien padece una depresión que por ignorancia no traté a tiempo. Me eché ramos, me sentí humillada por profesores, a los que les rogué por oportunidades porque me costaba concentrarme, porque me ponía ansiosa en pruebas orales, que me enseñaron de la peor forma que el ritmo “era así” y que había que “adaptarse”. Tus compañeros te miran en menos por incapaz. Terminé mi último año pensando en el suicidio, creyendo que no era apta, que no era digna de estar en un lugar como ése, que me habían regalado prácticamente el título.

Hace unos días una estudiante de la misma universidad se suicidó tomando cianuro en clases. Según se rumorea, era víctima de bullying por la hipoacusia que sufría. Tenía depresión. Inmediatamente después de cualquier historia así, surgen los prejuicios y las preguntas estúpidas ¿Por qué no pidió ayuda?

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Yo sí pedí ayuda. La universidad te cede 16 sesiones psicólogicas, muchas veces te recomienda congelar. Te derivan a un psiquiatra. Una vez acabadas las sesiones, o te dan de alta o te dicen que tienes que seguir en terapia, pero que ahora depende de ti dónde la tomes y cómo costearla. Yo no tenía dinero para pagar psicólogos. Luego de mis leves mejoras, solo seguí empeorando.

La bandera de la UC está izada a media asta porque se promulgó el aborto en tres causales, no porque el descarnado y duro ritmo, la poca empatía y la resignación hayan llevado a una alumna a una de las peores decisiones. Nunca hay disposición de una universidad supuestamente cercana a ayudar al prójimo, solo se defiende una moral obsoleta que violenta a mujeres de la peor forma, negándoles atención y aprovechándose de cómo la objeción de conciencia les dio el innecesario espacio para negar un derecho.

Yo rogué por ayuda, pero solo me la pude dar yo misma. Que es a la larga, una lección de vida. Quiero hacerme creer que la bandera está izada a media asta por ella. Porque en realidad, a la UC le importan más fetos de los que después se desdicen en vez de su propia comunidad educativa.

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