Actualidad

Las amargas lágrimas del mundial

María José Viera Gallo reflexiona sobre el llanto futbolístico. (c) americalate

A medida que se acercan los cuartos de final, el Mundial deja su máquina calculadora sponsoreada por Visa, Nike y Coca-Cola, y se convierte en juego dramático, con sonrisas y abrazos de victoria a un lado, y lágrimas de dolor al otro.

PUBLICIDAD

Cuando el fútbol roza la tragedia, alcanza un aura mítica que ningún deporte puede igualar. Ver un jugador llorando al final de una derrota no sólo acrecienta mi fe en esa pasión –única, irracional y colectiva-que es el fútbol, sino en el género masculino en general.

Un hombre que llora al dejar una cancha es como un Prometeo al que le han robado el fuego; una vez apagados sus poderes, abandona su misión aceptando su destino con resignación y nobleza. Los grandes héroes de la mitología griega –y los grandes futbolistas- son también los más sensibles y frágiles.

Recomendados

Olvídense de los goles. Los abrazos de jolgorio. Y todos los winners de este campeonato. Este post es una oda a las lágrimas del Mundial. A las de los jugadores japoneses que vieron quebrada su alma zen cuando no pudieron con Paraguay. A las del italiano Quagliarella, que lloró en el suelo, mirando a cámara, al ser eliminado en primera ronda porque de nada sirvió su gol a último minuto. A los mexicanos, que tras perder con Argentina, se enojan, le alegan al árbitro y luego lloran a escondidas en los camarines, doblegando al fin ese juate machito que llevan en su ADN. Cómo olvidar las lágrimas que dejó correr por sus mejillas el jugador coreano Jong Tae-Se mientras escuchaba el himno nacional de Corea del Sur, un llanto que no tiene que ver con la derrota sino con el hecho de estar ahí, participando de la tragedia.

Chile pierde 3-0 ante Brasil y llora nuestro seleccionado Arturo Vidal. Gonzalo Jara también llora, un poco menos, pero llora. Cuando Carmona ve a Vidal, se contagia y lucha por retener el llanto que ya le pica la garganta. Bielsa pasa todo el día de ayer en su habitación. El hombre que soñaba con llevar más lejos a Chile, debe –y cómo no-haber llorado como muchos hombres prefieren hacerlo: a solas.

Tags


Lo Último