Llegada la primavera, me fui derecho donde mi nueva peluquera – que será la que no abandonaré nunca jamás- a un corte de puntas, una quitadita de daño y a reformar mi pelo. Hoy me voy directo a una limpieza de cutis que me regalaron y por cierto, ya saqué de un baúl mi ropa de verano. Alguna que otra pilcha voy a agregar a mi guardaropa, y como no, la pedicure será un must.
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Pero no sólo el cambio de estaciones es algo que nos motiva a cambiar. Entrar a la Universidad, casarse, separarse, divorciarse, terminar una relación, comenzar un nuevo trabajo, irse a vivir sola, o mudarse de residencia son las excusas perfectas para hacernos un cambio de look.
Y es que además de subirnos el ánimo, arreglarnos, preocuparnos de nosotros cuando se viene un cambio -que a veces puede asustarnos- es lejos lo mejor que podemos hacer: generamos una concordancia entre cambiar nuestro aspecto a la par de aquello que cambia con nuestras vidas. Una amiga se acaba de poner a dieta y a cerrar un negocio importante: y ya no daba más con la alfombra, así que puso un piso de madera laminada.
Eso sí, tampoco hay que volverse locas. Un estudio en Inglaterra reveló que las mujeres llegan a gastar hasta £500 (1.000 USD) o $500.000 pesos cuando las dejan los novios: manicures y pedicures de lujo, cortes y tintes de cabello, cabinas solares, ropa nueva… se puede cambiar de look sin gastar demasiado dinero; júntate con una amiga y se hacen la manicure en el patio de la casa, haz tus propios masajes capilares y si no tienes dinero para unirte a un gimnasio, sólo necesitas salir a correr.
Personalmente, puedo recomendarles a que vayan haciendo estos cambios en forma paulatina; no se hagan un corte o tinte radical del cual puedan arrepentirse – el pelo crece, pero demora- y en algunos casos, como el cambio de casa, amerita que esperen a terminar de pintar las paredes antes de hacerse masajes de relajación.
Y tú, ¿Qué has cambiado en tu look cuando en tu vida cambian las cosas?