Digamos que un hombre llega a su casa y sorprende a su mujer engañándolo con otro hombre. Invadido por la furia y rabia, decide atacarla con un cuchillo que tenía a la mano y tras numerosos intentos, consigue matarla. En los estados de Michoacán, Baja California Sur, Chiapas, Jalisco, Yucatán y Zacatecas el castigo para este hombre oscilaría entre los 3 días y 5 años en prisión.
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Y es que en estas entidades mexicanas, aún se contempla la “razón de honor” en los códigos penales, es decir, una tipificación del delito que contempla una “rebaja de la pena para los hombres que asesinen a sus cónyugues después de sorprenderlas en un acto carnal o próximas a consumarlo”. En algunas de estas entidades, incluso, este tipo de asesinato es considerado menos grave que robarse una vaca.
Además de estos seis estados, al menos otras 10 entidades se considera un atenuante de la pena por homicidio cuando hay una “emoción violenta” que pueda disparar un estímulo tan poderoso como para nublar el pensamiento de un hombre antes de cometer un crímen.
Según el Instituto Nacional de las Mujeres(Inmujeres), este tipo de disposiciones dejan abierta la posibilidad de que los hombres sigan atentando contra la vida de las mujeres, justificando sus acciones como un “arrebato pasional”. Aquí podemos pensar en los argumentos estúpidos como “se lo merecía porque me fue infiel” y “ella misma se busco que la violaran por usar una falda tan corta” que utilizan los hombres cobardes para esconderse detrás de este tipo de fallas en los códigos penales.
Teresa Incháustegui, presidenta de la Comisión especial para el Seguimiento de los Feminicidios en la Cámara de Diputados, ha expresado que es necesario trabajar en una armonización de los códigos penales de los distintos estados pero desafortunadamente, reconoce que todavía hay enormes resistencias para este tipo de iniciativas se aprueben en el Congreso; dice que “En las últimas tres legislaturas presentamos siete iniciativas para tipificar el feminicidio. De ellas, tan solo dos lograron pasar la votación y ahora ambas se encuentran paralizadas en el Senado” así que aún hay un largo camino por recorrer.
Tan solo en el 2009, en México casi 2.000 mujeres fueron asesinadas y menos del 1% de los agresores recibió una sentencia. De las 15.000 violaciones que ocurren cada año en el país, solo en el 25% de los casos se penaliza al agresor. Lo más triste del asunto es que las mujeres mexicanas no denuncian a sus atacantes por dos razones principalmente: primero, porque creen que deben obedecer a quien las atacó -sobre todo si es su pareja- o porque no creen que denunciarlo hará alguna diferencia, sino que más bien les traerá más problemas.
Desafortunadamente, la violencia contra la mujer en México se está volviendo una epidemia pues hasta en las telenovelas no pasa un solo día en que una mujer interprete el papel de alguien sometido, sea atacada o violada. Y para el mal del pueblo, este tipo de historias desensibilizan a tal grado que parece natural todas las tragedias y agresiones por las que pasan muchas mujeres todos los días.
Una encuesta reciente realizada a mujeres de 15 años en adelante nos muestra un panorama preocupante: el 42,5% de las que tienen pareja considera que una buena esposa debe obedecer al cónyuge en todo lo que este ordene, y el 43% asegura que ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su compañero sentimental.